Colisiones sorpresivas
Empecemos por relajarnos y repasemos el flashero argumento de Operación Ultra: Mike (Jesse Eisenberg) es un hombre con una vida muy simple, circunscrita básicamente al amor incondicional que siente por su novia Phoebe (Kristen Stewart). Con un humildísimo porvenir financiero e inseguridades varias por tratarse de un junkie (léase: adicto a la marihuana), sus preocupaciones pasan únicamente por tratar de hacerla feliz. Sin embargo, todo su pequeño mundo cambia repentinamente cuando se ve envuelto en el tironeo de poder interno de una operación entre agentes secretos que lo activan prematuramente, ya que él era una célula durmiente.
La película entonces, versa básicamente sobre esto: ver como una parejita de amantes que escapa de una banda de sicarios que quiere asesinarlos, reacciona con inocencia y respuestas absurdas frente a la situación límite, generando mucha ternura y alguna que otra sonrisa. Una situación de huida que cada tanto mete un freno, y muestra como Mike enfrenta a los sicarios -unos malos muy malos cuya apariencia desde la actitud y el sentido estético, resulta uno de los puntos más logrados de la película- al transformarse en una verdadera máquina de matar y a sus escenas en una suerte de catálogo extenso sobre como matar sin armas, o mejor dicho: como matar convirtiendo cualquier objeto en un arma.
Un guión muy sencillo -con un par de giros argumentales interesantes- con una narrativa que combina escenas de amor y ternura, con otras de super-acción pochoclera, y debido a esto, la historia por momentos pierde cierta fluidez debido a su brusquedad. Otra cosa a criticar es que el cariño expreso de ambos simpáticos protagonistas, a veces puede resultar repetitivo. Cuestiones puntillosas que debemos mencionar pero que no dañan la película ya que a pesar de ellas, ésta funciona.
Operación Ultra se sostiene en las buenas intenciones de su guión, que intenta que dos mundos colisionen: el de la marginalidad y la vida poco pretenciosa más allá del pequeño porro de cada día con, el del mundo de super-agentes top secret que con sus inmaculadas tomas de combate hacen de la perfección, un hábito esperable.
Párrafo aparte para las escenas de acción qué, muy logradas y con algo de gore en sus entrañas, son otro punto fuerte a tener en cuenta y recuerdan a las que pudimos ver en películas como Kick Ass (2010) y Kingsman: The Secret Service (2014). El tren de influencias no se agota en esas dos producciones dirigidas por Mathew Vaughn, sino que podría también apoyarse en los hombros de las Duro De Matar (1988 y siguientes), por su categoría de hombre sólo perseguido, contra el resto del mundo. Pero la mayor cercanía la encontré en una película dirigida por James Gunn; Super (2010), ya que la violencia extrema deja su paso a altas dosis de inocencia y ternura marginal para de nuevo irrumpir con fuerza, si es necesario. Si bien las historias son muy distintas, existen grandes similitudes entre los espíritus de ambas películas.
Operación Ultra resulta un entretenido mix entre la ternura que parte de la inocencia disfuncional y convertirse luego en chiste, para provocar una sonrisa, con una gran dosis de acción pochoclera bien funcional.