Un poco fallida y un poco abyecta
1. Conocimos al director Nima Nurizadeh por su trabajo en Proyecto X que se presentaba como película definitiva sobre fiestas caseras que se van al carajo. En realidad es una buena comedia, sólida y de buen ritmo, que es, sin defraudar, un poco menos de lo que prometía ser. En Operación Ultra intenta imprimir el ritmo que consigue en aquella película pero se encuentra con algunos obstáculos.
Primero la dirección de actores, el elenco de famosos más o menos consagrados con el que cuenta Operación Ultra parecen estar actuando como si les hubieran dicho “hacé lo tuyo”, sobre todo en el caso de John Leguizamo y Topher Grace. También se ven esas dificultades con los protagonistas: Jesse Eisenberg, un buen actor con gracia y timing pero que siempre hace variaciones del mismo papel no termina de encontrar su personaje; luego la bella Kristen Stewart, que hay que dejar de condenar por su rol en Crepúsculo porque, digámoslo, es una buena actriz (ver El otro lado del éxito de Olivier Assayas para despejar todas las dudas), que en Operación Ultra está en un registro un tanto cargado para el tono superficial de la película. Dejaremos de lado la desconcertante actuación de Bill Pullman.
El otro obstáculo es el guión de Max Landis, escritor de, entre otras cosas, Poder sin límites. Su historia es estática, incluso geográficamente, una película que es básicamente una reescritura de Identidad desconocida o RED no debería suceder sólo en un lugar. Esta característica hace trastabillar incluso el desarrollo de los personajes que están patinando en un esquema de una o dos dimensiones durante gran parte del metraje.
Hacia el final, y acumulando algunas buenas secuencias, Nourizadeh parece encontrar el tono, pero ya es tarde, ha cometido el pecado de aburrirnos un poco.
2. En el capítulo en el que los Simpson van a la tierra de Tomy y Daly, Lisa se pregunta si ese tipo de violencia que están experimentando no los volverá insensibles, mientras mira impávida cómo un robot con forma de Tomy se desmorona frente a ella y le mancha con sangre la cara. Inmediatamente Bart, como si nada hubiera pasado, la invita a tomar un helado. La escena es brillante como casi todo lo que sucedía en Los Simpson en aquellos años, porque digamos lo obvio, no sólo hace reír si no que expone con bastante lucidez y actualidad un cierto estado social, 25 años antes que la torpe Relatos salvajes por ejemplo. Ahora los años que nos separan de aquel capítulo no son en vano, quizás deberíamos preguntarnos como Lisa qué hacemos con películas como Kingsman y esa escena tan estilizada con Colin Firth matando inocentes de las manera más imaginativa y un tanto abyecta, o con Operación Ultra y sus agentes del gobierno que matan a lo Mike Myers porque sí.
El problema es largo y de debate eterno, sólo digamos que Operación Ultra, como otras tantas, se hace cargo de 60 años de divertido gore que la preceden. Porque claramente la pregunta no es moral, poco importa ya el dilema de si mostrar o no un tipo atravesado por un machete. La pregunta es qué significa esa violencia, estilizada cruel y aparentemente vacía, desbordada ya en otros géneros y contextos cinematográficos. Sin dudas somos Bart y Lisa en La tierra de Tomy y Daly, el problema es cuánto nos incomoda nuestra abyección.