Orillas

Crítica de Mario Zabala - Clarín

Denuncia y religión

Un fallido drama de Pablo César protagonizado por Dalma Maradona.

El sitio concreto donde comprobar la forma en que el cine de Pablo César se convierte en caricatura de sí mismo, en Orillas , es la actuación de Dalma Maradona. Su personaje, una empleada doméstica a la que una serie de hechos desafortunados la llevan a ser víctima de una violación (la idea mística del destino está remarcada a crayón), acaba, precisamente, de ser violado. Durante el resto del filme, caminará como un zombie de pelo pajoso, penitente. Lo zombie y atrofiado de ese andar, contrapuesto con la naturalidad ”wachiturra” de Leonel Arancibia es el perfecto contraste entre las virtudes –poquísimas- y los defectos –intercontinentales- del filme.

La historia va mostrando paralelamente una serie de cruces que finalizan en tragedia en ese mundo villero de Isla Maciel y la enfermedad terminal de un joven en Africa. César oprime la naturalidad de Arancibia y su pandilla: la convierte en una maqueta antes que en cine: todo parece armado, sin vida, zombie. Y cuando plantea la distancia de clases sociales se pone Teletubbie: niños de clase alta que toman “merca” (lo dicen como Batman dice batimóvil ) y no saben cuánto sale el boleto de tren.

El melodrama, mezclado con las imágenes religiosas y la denuncia, adquiere su peor forma. César, en su capacidad de asfixiar cualquier potencial del plano, genera la misma sensación de limbo tanto acá como en Africa.