Al ritmo de la inclusión social Con la distancia justa entre la cámara y las situaciones registradas, Orquesta El Tambo tiene por objeto, entre otras cosas, dar a conocer un proyecto cultural que toma a la música y a la ejecución de instrumentos como puente para la inclusión de adolescentes pertenecientes a familias de bajos recursos. Orquesta El Tambo es en ese sentido la pionera entre otras experiencias con características similares y para los documentalistas representaba un doble desafío, porque detrás de la música y los ensayos había historias de cada uno de los miembros lo suficientemente ilustrativas de una situación en donde los obstáculos para estudiar y progresar son reales y muchas veces difíciles de sortear.
El mejor lenguaje El documental Orquesta El Tambo (2014) muestra los entretelones de la primera agrupación del Programa Andrés Chazarreta, destinado a acercar a niños y a jóvenes al aprendizaje musical. Que la música transforma la vida de las personas no es ninguna novedad. Pero la posibilidad de verlo en un caso concreto que atraviesa muchas realidades no es tan usual. Precisamente, el film dirigido por Líber José Menghini y Jorge Menghini Meny se centra en la labor cotidiana de los docentes y alumnos del barrio El Tambo, ubicado en el partido de La Matanza. La mayoría de los integrantes de la orquesta tuvo la oportunidad de conocer la música desde otro lugar gracias al Programa Andrés Chazarreta, ya que las clases y los instrumentos son proporcionados por la escuela. Y como se especializa en música latinoamericana, también les permitió ampliar su escucha y percepción. A través de entrevistas e imágenes de los ensayos y actuaciones, el documental refleja la importancia del arte en la vida de los jóvenes. Porque el hecho de conformar un grupo y cumplir un rol funcional al resto le da sentido de pertenencia a los adolescentes. Cabe destacar el interés de los chicos al momento de ejecutar los instrumentos, señal de que, además de contención, encuentran una inspiración profesional para desarrollar en el futuro. Líber José Menghini y Jorge Menghini Meny detienen su mirada en la primera orquesta escuela que se formó. Y que consiguió excelentes resultados que después se repitieron en otras localidades del Gran Buenos Aires, que habitualmente presentan escenarios socioeconómicos difíciles signados por la drogadicción y la delincuencia. Acompañada por música interpretada por los jóvenes, Orquesta El Tambo invita al espectador a conectarse con la sensibilidad y la expresión. Con los sueños, el anhelo de cumplirlos y la certeza de que con esfuerzo todo es posible.
El Tambo, en el partido de La Matanza, es un barrio popular con sus clásicos problemas y limitaciones. El acceso al aprendizaje y la práctica musical de los niños no son allí precisamente fáciles. Por eso eligieron la zona, urbanizada gracias a la Federación Tierra y Vivienda de Luis D'Elía, según se explica, para el programa social Andrés Chazarreta, que armó una orquesta con los chicos y que, entre docentes, padres y alumnos, cuida y mantiene su actividad. Esta película, articulada con entrevistas y grabaciones de los chicos tocando folclore, registra ese trabajo de poner "la música en buenas manos".
Los filmes tienen la posibilidad de recuperar espacios y momentos que no vuelven. Lo efímero del arduo trabajo y acompañamiento de un grupo de jóvenes y su acercamiento a la música como parte de un todo necesitaba que se lo lleve a la pantalla en forma de película para que justamente, todo el esfuerzo, se entienda. Cuando un proyecto colectivo como el de “Orquesta El Tambo. La música en buenas manos” (Argentina, 2014) que más allá de la bandera política con la que surgió y en el lugar que lo hizo, se hace carne en jóvenes que se acercan a la música desde un lugar integrador, al que de otra manera no tenían acceso, es cuando ese registro tiene que trascender de alguna manera. Quizás así lo habrán pensado los realizadores de Líber José Menghini y Jorge Menghini Meny, quienes se meten de lleno en el universo de la orquesta para hablar, además, de su funcionamiento como espacio creativo que vincula a los más jóvenes hacia la potenciación de experiencias y la creación de expectativas. La orquesta en cuestión fue la primera agrupación musical de un programa de fortalecimiento estatal que buscaba configurar orquestas infantiles en sitios donde los niños no tenían acceso al aprendizaje musical. La tarea no sólo incluía el “enseñar” a tocar los instrumentos, sino que, además, posibilitaba la interacción con orquestas de otros lugares, países y la participación de las mismas en muestras y conciertos. También el programa fue el encargado de proveer de instrumentos a los jóvenes. Bajo la dirección de Carlos Álvarez, quien refuerza el trabajo acompañando durante todo momento a los jóvenes, porque sabe que está ofreciendo su valor agregado, este grupo creció de una manera increíble, y ese crecimiento es el que se ve en pantalla, porque los directores se dedican a reflejar con naturalidad y honestidad, aquella tarea que en solitario y tímidamente, terminó por configurar uno de los grupos más importantes del programa anteriormente mencionado. La narración va recorriendo el camino de alguno de los miembros, con sus miedos, con sus idas y venidas, pero con la convicción que su participación en la orquesta les posibilitará acceder a un lugar que tal vez nunca habían pensado. Menghini y Menghini Meny mezclan la entrevista con el registro directo de las actuaciones, bucean en los ensayos a la espera de algún indicio que dispare luz sobre el enganche de los jóvenes con su grupo y con la música. En un momento una de los miembros dice “ahora escucho música clásica”, y en esa afirmación al pasar, en ese decir algo que en ella cambió, independientemente que luego la música sea más afín al folklore latinoamericano que a otra cosa, y que como también dice alguien al comienzo “surgimos de una necesidad de tierras para terminar por cubrir otras”, porque en esa historia que se relata, también se habla del desarraigo, de la lucha por el progreso, de los padres que han dejado todo para que esos jóvenes hoy puedan dar un concierto y a partir de allí sueñen con un futuro posible, no tan lejano y esperanzador.
Un modo de ponerle belleza a la vida. Con una formación inusual, en la que aerófonos como quenas y sikus conviven con violines, contrabajos y bombos, la Orquesta El Tambo se constituyó con alumnos de la Escuela 188 del barrio homónimo de La Matanza y hoy ya cuenta con una segunda generación de integrantes. Hay películas que no se destacan por su forma, sino por la experiencia de la que dan cuenta. Es el caso de Orquesta El Tambo, la música en buenas manos, que presenta al espectador un hecho tan loable que no salió nunca en ningún noticiero. Se trata del Programa Social Andrés Chazarreta de Música Latinoamericana, emprendido en 2006 en barrios carenciados de catorce provincias argentinas para promover el conocimiento musical en medios que no contaban con él. Uno de ellos es el Barrio El Tambo de La Matanza, levantado sobre tierras fiscales improductivas que fueron adquiridas por una cooperativa. Con una formación sumamente curiosa, en la que aerófonos como quenas y sikus conviven con violines, contrabajos y bombos, la Orquesta El Tambo se constituyó entre los alumnos de la Escuela 188 de ese barrio, a iniciativa del insospechable Luis D’Elía, a la sazón docente del establecimiento. Al día de hoy la orquesta, dirigida por el maestro Carlos Álvarez, cuenta con una segunda generación de integrantes de entre 7 y 14 años, en cuyas manos los instrumentos resultan a veces de tamaño gigante. El esquema de representación elegido por los realizadores Líber Menghini y Jorge Menghini Meny es el más tradicional del documental: filmaciones en tiempo presente más declaraciones a cámara. Una lástima, ya que el tema era ideal para recurrir a técnicas de cine directo que registraran ensayos, indicaciones del director, vida familiar de los chicos-músicos y, por qué no, vida escolar, que aquí está enteramente ausente. Así como está no es que esté mal, pero la cuestión es qué se prioriza: si los hechos o las declaraciones. Aquí está claro que es lo segundo, con el inconveniente agregado de que a la mayoría de los chicos la expresión oral no se les da fácil, lo cual lleva a redoblar la pregunta. Igual, puede que les cueste la expresión oral, pero no la facial. No a muchos de ellos, al menos. No tienen desperdicios las sonrisas que no puede impedir el chico cuya madre cuenta sobre su obsesión de 24 x 7 con el violín recién descubierto. O la de la contrabajista que quiere tocar “en un teatro grande, con gente grosa”. O la del pibe que se plantea que la opción es entre el fútbol y la música. Si en términos estéticos llega con lo justo, éticamente le sobra a Orquesta El Tambo. No hay el menor indicio de pobrismo, miserabilismo, buenismo, paternalismo ni ningún otro ismo en la película de ambos Menghinis. Si no fuera porque en un momento alguien lo señala de modo colateral, ni nos enteraríamos de que muchos de estos chicos son hijos de padres de- socupados, que viven de planes sociales. Los padres y madres que aparecen ante cámara son dignos, orgullosos de su condición, contenedores y articulados. ¿Producto de una cuidadosa selección por parte de los realizadores? Es muy posible, coherente en tal caso con un cierto punto de vista. Es buenísimo que en lugar de salir a robar, o a prostituirse, o a fumar paco, los chicos toquen huaynos, merengues, candombes o bambucos. El tema es que además lo hacen bien: la Orquesta El Tambo no representa una actividad recreativa o terapéutica sino una auténtica formación musical intensiva.
SINGULARIDADES COLECTIVAS En 2006 se configuró el programa Andrés Chazarreta con la idea de crear orquestas que desarrollaran un repertorio popular y cumplieran un rol social. El Tambo fue la pionera de las actuales treinta formaciones pero tiene una particularidad: el convenio no fue realizado con el municipio, sino con la organización Tierra y Vivienda, gracias a lo cual se produjo el nacimiento de la orquesta infanto-juvenil y del barrio homónimo en La Matanza. Esa fusión entre arte y sociedad (aunque se subraya el anclaje social) es la que se trabaja de forma permanente en el documental de Líber José Menghini y Jorge Menghini Meny. Quizás hasta se puede tomar como gran metáfora el funcionamiento de la orquesta en los dos ámbitos. En algunos de los testimonios de chicos y profesores se comenta que las vacantes para guitarra y percusión se acabaron enseguida y, por lo tanto, varios chicos se anotaron igual para vientos con la esperanza de que se liberara un cupo. No obstante, la mayoría encontró el disfrute en esos instrumentos y ya no quisieron cambiarse. En el otro caso, los terrenos eran fiscales y los vecinos formaron una cooperativa para adquirirlos y construir el barrio. De esta manera, en Orquesta El Tambo. La música en buenas manos hay un claro juego entre los funcionamientos colectivos de cada espacio basados en la idea de comunidad, enseñanza, compromiso, esfuerzo, entre otros, en relación con las experiencias personales. Por ejemplo, los primeros encuentros entre los jóvenes y los instrumentos o como cuenta la directora de la escuela 188, padres que comenzaron a valorar a sus hijos de otra forma por verlos interpretar una canción. Dentro del documental también se introducen nuevos objetivos del programa: por un lado, el afianzamiento de redes latinoamericanas de intercambio para interpretar músicas populares (en este caso se exhibe un encuentro con la región andina colombiana); por otro, la separación de la orquesta en dos grupos, lo cual implicaría la formación de una orquesta juvenil sostenida en una futura profesionalización musical y/o docente y la reformulación de la parte infantil. El programa lleva el nombre Andrés Chazarreta en honor al primer difusor de música folclórica argentina por todo el país, gracias a su previa recolección e identificación de variados estilos musicales. La orquesta, por su parte, asocia el instrumento con la música y el barrio, en una mezcla de valorización de lo personal y lo común para volverlo su propia esencia. Por Brenda Caletti @117Brenn
UNA EXPERIENCIA SIN PATERNALISMOS Orquesta El Tambo es de esos productos que nos impulsan a cuestionar, al menos levemente, la manera en que se produce y se distribuye cine nacional con impulso del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales. Sólo me permitiré hacer un par de preguntas retóricas: ¿es necesario que todo largo producido por el INCAA sea estrenado comercialmente? ¿Acaso no hay productos que tranquilamente podrían ser distribuidos en televisión, plataformas de streaming oficiales, o festivales afines, sin necesidad de exponerlos a un estreno comercial árido e irrelevante que sólo sirve para que el Instituto se anote otro punto en la carrera para superar la producción del año anterior? Creo que el caso de Orquesta El Tambo, documental correcto de evidente factura y duración televisiva, es de esos productos que podrían haber seguido ese circuito alternativo. La película de Líber Menghini y Jorge Menghini Meny nos cuenta, a manera de resumen, la experiencia del Programa Social Andrés Chazarreta de orquestas infantiles, a través de la historia de la primera orquesta formada en ese marco que es la del barrio El Tambo en el partido de La Matanza, barrio construido por la Federación de Tierra y Vivienda, cuya cabeza visible es la de Luis D`Elía. Es cierto que el nombre del dirigente piquetero aparece entre flores un par de veces durante el metraje pero, por suerte, la película no se degrada para convertirse en un panfleto sino que continúa su camino: retratar las consecuencias sociales de la formación de la orquesta. Ya adelantábamos al principio que, formalmente, Orquesta El Tambo se puede calificar como correcta; con un montaje que intercala entrevistas de los diferentes responsables y grabaciones de las diferentes presentaciones de la orquesta, ensayos e intercambios. Por lo tanto, quizás vale la pena detenerse en algunas ideas que aparecen intercaladas en los discursos de los protagonistas, ya que no todos caen en el típico paternalismo progre. Hay profesores que destacan la importancia de estos programas pero que también relativizan sus alcances; chicos a los que seguramente la orquesta les cambió la vida para siempre y otros que se entusiasman porque no había nada mejor que hacer. Es decir, personajes que exageran la genialidad absoluta de los programas sociales, pero también otros que se limitan a exponer causas y consecuencias sin recargar las conclusiones. Esa manera de esquivar un poco el lugar común es lo más interesante del film. Y de aquí podemos extraer una conclusión conocida pero subrayable: la cultura sólo necesita unos pocos recursos y una orientación inteligente para que surja como experiencia renovadora, basta con dejar de administrarla como capital netamente político, paternal y panfletario.
Éste documental, de una hora de duración, resume la vida y obra de la orquesta infantil “El Tambo”, de la Escuela 188 “René Favaloro”, de La Matanza, provincia de Buenos Aires. La orquesta se fundó en el año 2006 gracias al Programa social “Andrés Chazarreta”, focalizado en que los chicos de edad escolar que viven en barrios populares puedan acercarse, interesarse, y aprender a tocar algún instrumento musical para que, entre todos, formen una orquesta que ejecute música latinoamericana. Los alumnos ensayan en un salón de la escuela y los instrumentos son provistos por la intendencia local. Realizada por Liber José Menghini y Jorge Menghini Meny retrata el origen, la formación, los ensayos, los conciertos, y la intimidad de ésta orquesta del barrio El Tambo, señalando que el Programa social “Andrés Chazarreta” también desarrolló el proyecto en otros lugares del país. Los adolescentes, de extracción social humilde, se acercaron a los talleres y fueron aprendiendo a tocar cada uno un instrumento, cultivando el pensamiento de los chicos que su vida puede ser la música, y que cuando terminen el secundario podrían quedar ligado a ella de alguna manera. Las entrevistas se circunscriben a un limitado grupo de alumnos, no a toda la agrupación, y al director de la formación, Carlos Alvarez, sumadas a otras autoridades educativas, con formato y estética televisiva. Los entrevistados están sentados y la cámara los registra en plano medio, con estilo narrativo tradicional, mientras que al entrevistador no lo vemos, pero siempre está presente por su voz en off. A través de esta realización documental se apunta a poner de manifiesto que si hay una idea concreta para llevar a cabo, como un objetivo conjunto, se pueden hacer cosas, que los sueños se pueden llegar a alcanzar, pero el film como tal es bastante descriptivo y prácticamente no logra crear climas ni situaciones que alcancen a genera en el espectador empatía emotiva. Resulta interesante como aporte informativo respecto de que se generan políticas provinciales beneficiosas para la población, en éste caso en particular a los más vulnerables, que están en una edad y situación socioeconómica delicada, para intentar rescatarlos de la calle si denotan motivación y vocación, y puedan encontrar un camino de realización personal, y grupal, con apertura a encuasarlos tal vez en su futuro medio de vida.
DESCUBRIENDO TALENTOS Un interesante y conmovedor documental realizado por Liber Jose y Jorge Menghini.Es la historia de la creación de la orquesta infantil y juvenil que tiene características distintivas; Tanto el repertorio como los instrumentos son latinoamericanos. Y se llama a si porque fue creada en el barrio El Tambo del partido de La Matanza. Frente a preguntas y necesidades tan actuales como sacar a los niños de la calle, aqui se ofrece una respuesta desde el talento y la ayuda para los chicos y sus padres que vieron florecer una vocación y un amor hacia los instrumentos que ellos no sabían que existía. Los testimonios son reveladores.