En la guerra real, el exilio y el escape no son escritos por Hollywood
Oscuro Animal es una película sin diálogos que retrata el dolor y el sufrimiento de 3 mujeres que escapan de la selva colombiana, marcada por la violencia de los paramilitares y la guerrilla, con rumbo a la ciudad.
El detalle de hacer el film sin diálogos es claro. Busca enfocarse en el dolor y el sufrimiento que implica esta situación tan traumática, al escapar del lugar de origen. El principal problema es que este detalle queda un poco aislado cuando no hay una presentación de las mujeres y del conflicto en concreto.
Se intuye que la intención de evitar la presentación, y de ubicarlo en tiempo y espacio, puede hacer del problema un conflicto universal que trascienda las fronteras colombianas. Pero si bien se ve a los hombres militares, las armas o la situación violenta, el film deja al espectador demasiado huérfano ante su propia imaginación, lo cual no está del todo mal, pero el desconcierto atenta un poco contra la interpretación y la apreciación de la película para todos los públicos.
Las tres mujeres se escapan por motivos distintos, sin embargo, la violencia machista también es uno de los ejes de los escapes, además del conflicto armado. Los paisajes y la fotografía de la selva embellecen el film e invitan a seguir las acciones frente a tanto sonido ambiente. Eso colabora con la tensión que se da en las diferentes situaciones que, si bien tienen una cuota de dramatismo, no fueron lo suficientemente atrapantes para enganchar del todo.
El film no entiende esa huida con la potencia dramática propia de las ficciones más comunes del cine, sino como una cuestión natural, oculta, de favores y sigilosa, más allá de algún momento más fuerte que el otro. Eso es un plusvalor porque muestra que el destierro real no necesita llenarse de una carga dramática potente para el espectador, ya la tiene por sí sola. Se trata de un trabajo incómodo en ese aspecto, por lo terrible del escape de una zona militarizada.
Oscuro animal va de la selva a la ciudad, y el pasaje es quizás lo mejor del film. Es la bajada que ayuda a terminar de entender la soledad y el desamparo, la dificultad y la valentía que implica salir del lugar de toda la vida. Porque, por más guerra que hubiere, quedarse a seguir sufriendo continúa siendo una opción. Pero también realmente es muy difícil dar el paso de salir, porque implica ir hacia la nada y, por más organizaciones de ayuda que existan, cruzar esa frontera es encontrarse con una ciudad vertiginosa, aplastante y sin piedad. Nadie va a recibir con los brazos abiertos a esas victimas.
Por ser pura sensación y apostar a explotar los sentidos de una forma diferencial, Oscuro animal se merece la oportunidad de ser disfrutada en el cine. Es una pena que apostara tanto a la corporalidad y a las sensaciones, y muy poco a la contextualidad que necesita el espectador. Ahí la sensación final hubiera sido otra.