Elizabeth Banks hace de la noticia un divertido slasher
“Oso intoxicado” es tan disparatada como la noticia que le dio origen. Una serie de personajes al límite se enfrentan al animal y su violento síndrome de abstinencia.
En 1985, un oso comió una bolsa de cocaína que había sido arrojada por un cartel de drogas colombiano en un bosque de Georgia, Estados Unidos. La noticia dio la vuelta al mundo y provocó innumerables chistes. De esos chistes surge Oso intoxicado (Cocaine Bear, 2022).
En un parque nacional, varios paquetes de cocaína son arrojados desde un avión con desperfectos. Un enorme e indefenso oso negro come uno de esos paquetes y su ansiedad por conseguir más de la sustancia lo convierte en un peligro para los humanos. Pero estamos en la década de los ochenta, suenan los hits y reina el desinterés por el prójimo. En ese contexto, varios personajes extravagantes lidian con el oso drogado.
La actriz devenida directora Elizabeth Banks comprende perfectamente el tipo de película que quiere contar. El guión de Jimmy Warden sigue esa senda, con un humor descontracturado y sin pretensiones, nunca intenta tomarse en serio y muestra mucha pasión por la historia delirante que siempre debe estar un paso adelante de la alocada anécdota. Por eso, el oso corre y salta por los aires, mientras los personajes fracasan con gracia en una especie de estado alucinógeno constante.
Los protagonistas son varios: un grupo de preadolescentes perdidos en el parque, buscados por la madre de la niña (interpretada por Keri Russell), dos empleados del cartel en busca de los paquetes perdidos, la peculiar guardia del parque que no tiene problemas en empuñar el arma, un grupo de adolescentes drogones, un policía y la conexión estadounidense con los colombianos (Ray Liotta, en su última y gran aparición en pantalla). Se puede esperar cualquier acción desmesurada e irracional de este grupo de personas, tan dementes como el oso en la década de los excesos representada por el film.
Con estos ingredientes, Oso intoxicado es una divertida propuesta que funciona gracias a su espíritu desprejuiciado y a su humor delirante. La escena de la ambulancia, que combina una persecución coreográfica con el mejor slasher, es la síntesis perfecta de una película que, si bien no puede mantener este nivel de locura durante toda su duración, entrega un producto tan entretenido como políticamente incorrecto.