Mi vida sin mi
La sensibilidad de Mariano Luque para retratar universos femeninos, cargados de conflictos internos, es admirable. Sobre todo porque proviene de un hombre. Después de abordar la violencia de género en su ópera prima Salsipuedes (2012) incursiona en el interior más profundo de una madre recién separada que debe rehacer su vida a los empujones y como pueda.
Mabel (otro soberbio trabajo de Mara Santucho) vuelve a la casa de su madre, acompañada de su pequeña hija, luego de separarse de su marido. Pero en la casa no estarán solas, también viven su abuela y una hermana. Mabel debe trabajar todo el día en una tienda y como profesora de aquagym para poder sobrevivir, lo que le resta tiempo a la hija que espera el regreso.
Luque aborda la compleja situación a la que muchas veces deben enfrentarse las mujeres separadas con hijos a cuestas. El dinero que no llega y la ausencia de un padre que está pero no todo lo presente que debería. Lo hace de un modo realista, duro, pero también honesto, donde no hay lugar para la sensiblería barata, el clisé o el golpe bajo.
Otra madre es una película de mujeres, en un mundo donde los hombres parecieran no existir aunque rijan sus destinos, del vínculo entre ellas y esa complicidad que muchas veces resulta difícil de comprender. Es sobre madres e hijas, abuelas y hermanas, amigas y vecinas, pero también sobre la problemática laboral, las diferencias sexistas, el abandono y la infelicidad. De luchas internas y externas, algunas que tal vez se ganen en un futuro incierto y otras que se pierdan para siempre y nunca más se puedan recuperar.