Dotada de una realización prolija, buen ritmo y un convincente nivel actoral y artístico, Otro corazón, no logra, pese a estas meritorias virtudes, conformar una película aceptable. El cineasta Tomás Sanchez despliega una multiplicidad objetivos expresivos que se quedan en estímulos vacíos en su pretensión de tocar fibras emocionales, ya que cierto apuro en acumular situaciones y diálogos van en desmedro de la hondura dramática. También habría
que apuntar que la película está auspiciada por la Fundación Favaloro y el INCUCAI, instituciones que quizás establecieron pautas en la trama que pudieron limitar los alcances del guión. El núcleo argumental se refiere a un hombre que espera su primer hijo y se debate entre esa inminente paternidad y la afección cardíaca que amenaza la vida de su padre, precisado de un urgente trasplante de corazón. Esta temática, tomada de manera alivianada –y a veces candorosa- y con diversos toques de humor, se va ramificando con varias historias paralelas que, en lugar de enriquecer la narración, la disgrega y la vuelve confusa. Esta dispersión se agudiza en el último segmento del film, que no logra
encarrilarse pese a sus aciertos formales.
Entre ellos hay que apuntar la riqueza que expone el versátil elenco, especialmente Elena Roger, quién no sólo se luce actuando sino entonando buenas canciones de Javier Lopez Del Carril y Luis Alberto Spinetta. Lo propio se puede decir de Patricia Sosa y su prometedora hija Marta Mediavilla, con pasajes musicales que no se justifican demasiado, pero se disfrutan. Fabián Gianola y Carlos Moreno hacen también aportes interesantes con sus personajes.