Sobre reconocibles conflictos familiares
La promoción de esta película combina dos preguntas muy precisas: «¿Qué harías por tu padre? ¿Qué harías por tu hijo?».
En la trama, un joven profesional espera con ansias el nacimiento de su primer niño, pero de pronto también se ve obligado a esperar un transplante de corazón para su padre. Encima deberá tener al viejo en su casa, y vigilarlo porque es un enfermo desobediente. Sus deberes conyugales y filiales lo reclaman al mismo tiempo. Y el hermano nunca está cuando lo llaman. Por lo menos, así lo ve nuestro personaje.
El detalle es que el hermano está trabajando, es ginecólogo, se ocupa de la cuñada cuantas veces le pidan, pero no es cardiólogo. ¿Le ha pasado al lector, encontrarse con alguien que pretende saber más que los especialistas? ¿Y para peor los desprecia porque no le resultan eficientes? Bien, así es este sujeto, que recorre consultorios buscando un médico que le dé la razón, y pretende buscarse un atajo para que el Incucai haga avanzar al viejo como 50 números en la lista de espera de órganos.
Hay gente así, no es chiste. Tampoco la película es chistosa, aunque ciertas circunstancias provoquen una gracia medio amarga. Por ejemplo, un conflicto paralelo que enriquece la trama. El tipo quiere a su padre, pero no la obra en que su padre puso la fe y la firma. Hay una cooperativa tambera que le debe plata. Bueno, que vaya a remate, y entre medio se puede hacer un buen negocio extrajudicial sin que los deudores ni el viejo se aviven. El problema es que ellos son amigos queridos del viejo, pero, ¿para qué le va a contar esas cosas, justo ahora que está enfermo?
Por ahí va el cuento. Y así el título y las preguntas cobran nuevos sentidos. Son siempre interesantes esos conflictos familiares donde todos tienen su parte de razón y se quieren, pero saben que la vida es dura y hay que tomar rápidas decisiones. Y mejor todavía si dichos conflictos están representados por un buen elenco, tal como en este caso (a señalar, la labor de Mariano Torre, la naturalidad y calidez de Fabián Gianola, y las dos pequeñas escenas de Carlos Moreno y Atilio Pozzobón como dos internados viejos, mañosos y queribles). Autor, el debutante Tomás Sánchez. Es cierto, el planteo tiene más fuerza que el desarrollo, y varias situaciones podrían lucir mejor con una mano experta, pero el hombre está bien encaminado. Y como bonus, para sus muchos seguidores, cantan Elena Roger, que hace de esposa embarazada, Marta Mediavilla, que hace de alumna, y su mamá también.