Gay Friendly Film.
Documental que muestra la vida de al menos cuatro integrantes gays de la comunidad judía de Argentina, la más numerosa de Latinoamérica, que decidieron enfrentarse a cámara y desnudar sus vidas.
Una Pareja Despareja, película dirigida por Glenn Ficarra y John Requa logra estrenarse en cantidad de países, sin embargo lleva más de dos años sin poder hacerlo en los EEUU. Esta comedia dramática, protagonizada por Ewan McGregor y Jim Carrey, cuya temática es abiertamente gay, parece demasiado incómoda para los productores y distribuidores americanos. Al punto que, las especulaciones homofóbicas no se hicieron esperar y con el correr del tiempo se intensifican más.
Aparentemente, el problema con la película no radica en exponer una historia de amor carcelaria entre dos hombres, sino más bien en su incorrección política. Como muy bien señalara Román Gubern en el diario El País, la caricatura y los chistes pueden resultar social y comercialmente peligrosos.
En nuestro país, alejados de esas atmósferas enrarecidas, nos entregamos a un clima festivo donde la gran mayoría celebramos la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo. Y es en ese contexto social (y mediático) absolutamente favorable, en el que los homosexuales recuperan a zancadas los años de incomprensión y segregación, donde se inscribe el documental de Maximiliano Pelosi, Otro entre Otros. Una película que habla explícitamente de amor, religión y alteridad.
Gustavo, Daniel, Dan y Diego, son cuatro integrantes gay de la comunidad judía, que deciden contar sus experiencias de vida. En ellas, descubriremos el rechazo familiar, la complicada aceptación de los amigos, el miedo a la paternidad, el alto nivel de discriminación dentro de la misma colectividad, y el deseo de construir en ella un espacio para los gays.
Otro entre Otros es un documental franco y directo, desprovisto de segundas intenciones moralizantes y aleccionadoras, de esas que pretenden empujar al espectador a encontrar en las imágenes ofrecidas mensajes seguros y confortables. Por el contrario, con una narración pausada y entretenida Pelosi se anima a plasmar, mediante el testimonio de sus entrevistados, que a través de dos elementos que se creen desencontrados (homosexualidad//judaísmo) se puede generar un encuentro.
Reportajes donde los protagonistas hablan directamente a cámara, fotografías, cámara en mano, videos caseros, música y un montaje con muchas reminiscencias a los videoclips ochentosos, seguramente no se encuentren entre los mayores logros de esta producción. Pero pueden servir para retomar el viejo tema de la existencia -o no- de una estética cinematográfica gay (cuestión que según Gubern, se iniciara en Europa con ciertas obras de Visconti).
Maximiliano Pelosi logra imprimir a su documental, ese tono de primera persona activa, es decir, logra transmitirnos que aquello que procura contarnos, es algo completamente cercano, vivido y seguramente sufrido.