Minoría dentro de minoría
Lo explica un personaje en los títulos del final, pero ya lo hemos visto en la película: en una sociedad mayormente católica, los judíos son una minoría. Y en la colectividad judía, a su vez, los gays son una minoría. Con esa lógica impecable, el realizador Maximiliano Pelosi ve en ese punto de partida un interesante espacio para reflexionar acerca del significado de ser minoritario dentro de un pueblo que, a su vez, ha conocido y ha aprendido el sufrimiento de serlo. No hay más que observar los testimonios de estos hombres y su entorno para conmoverse profundamente. Nadie puede, luego de escuchar sus historias, sentirse alejado de ellos o mantener sus prejuicios. El rostro de una persona, su mirada, sus experiencias personales, todo aquello que derriba barreras, una revolución de uno a uno en primera persona. Maximiliano Pelosi trabaja esos rostros, pero dota a su película de cientos de imágenes, de fragmentos que conforman la identidad de todos para poder mostrar el total. Le da voz a los prejuicios de las personas más cercanas a los protagonistas, reconstruye el entorno que los contiene y los reprime. Pelosi, quien con su productora Wap produjo Lesbianas de Buenos Aires hace seis años y creó el magazine gay Máximo, sabe de una militancia que no lanza dogmas, sino que es cotidiana y humana. Muchos cambios hubo en todos estos años y Pelosi con Otro entre otros lo sabe. Porque él mismo, con su trabajo, ha sumado varios granos de arena para que las cosas cambien, también en el cine.