Venganza de una madre
Marie (Marie-Josee Croze) es una policía en la ciudad canadiense de Toronto. Una noche su esposo y su único hijo son masacrados mientras iban a ver un partido. Obsesionada por encontrar a los asesinos, gracias a ciertos contactos algo turbios de su pasado logra dar con una pista que la conduce a la Argentina.
Así, y apenas acompañada por su mochila, comenzará un derrotero desde Toronto a La Boca, y de allí a La Quiaca persiguiendo al asesino de su familia, a quien encontró mucho más rápido que toda la policía canadiense.
El director y coguionista Santiago Amigorena no puede evitar caer en muchos clichés a la hora de mostrar este viaje justiciero. El camionero mujeriego, el gendarme fácil de sobornar, el “blanquito” del que conviene sospechar, por ejemplo, le quitan solidez al guión y terminan por dibujar una postal trillada en lugar de apostar a la oscuridad de este crimen por encargo.
Croze no se destaca en su actuación, pero logra transmitir el duelo estático de esta mujer, que la impulsa a la venganza casi como una fuerza sobrehumana, pero no le permite llorar la pérdida. La parsimonia del norte argentino se enfrenta a su adrenalina en ebullición, a su necesidad de resolver las cosas, de entender qué y por qué pasó, tema que si bien genera suspenso hasta cierto punto en la película, luego se disuelve como algo menor.
Cabe destacar el buen trabajo de fotografía y la banda de sonido, muy bien utilizada para marcar ciertos momentos, pero sin abusar de ella como recurso.