Ese maldito juego de invocar espíritus que jamás debemos probar…
Recuerdo siendo adolescente, en casa de un amigo, eramos tres y estábamos solos, 12 de la noche en punto, armamos artesanalmente el tablero (con letras y números) y comenzamos el juego de la copa…
“Ouija: El origen del Mal” es una secuela de Ouija (2014). Con una muy buena ambientación, la historia transcurre en Los Angeles en la década del ’60. Una madre viuda y sus dos hijas realizan sesiones de espiritismo para sobrevivir. Deciden incorporar a su “negocio” el clásico juego, para entablar contacto con los espíritus de los difuntos. Dirigida por Mike Flanagan, con una preciosa fotografía, y una cámara que lentamente nos va transportando e involucrando en la trama. El guión esta bien, sólo que por momentos “hace agua” y sobre la última parte se torna un poco predecible. El elenco esta muy bien elegido, y el trabajo de la más pequeña es impecable.
… comenzamos con las clásicas preguntas “sos hombre o mujer?” “que edad tenés?” lo primero que nos pasó fue un corte general de luz. Tremendo susto. Seguimos preguntando. Se detuvo un reloj a cuerda que estaba en el living (el clásico tic tac que sonaba fuerte dentro del silencio del hogar). Por último empezaron repentinamente unos fuertes golpes contra las persianas. Era el viento. Ya está. Muy divertido. No más preguntas.
El séptimo arte también nos permite observar e inmiscuirnos en estos mundos. Si sos amante del género “Ouija: el origen del mal” es una muy buena excusa para ir al cine, y nada de eso de querer probarlo en casa.