La tabla que faltaba
Múltiples embrujos han traído espíritus malignos al cine de terror norteamericano: libros, asesinatos, recitar palabras frente al espejo, VHS perdidos, o viejas grabaciones en cinta; pero los guionistas olvidaban la tabla de la Ouija, usada para invocar espíritus e ideal para armar una saga de miedo adolescente.
¿Quién no jugó alguna vez al juego de la copa? Versión amateur del juego de mesa creado por Hasbro, la Ouija, que se puede conseguir en cualquier santería del barrio, y es una forma –según dicen- de comunicarse con el más allá. Creer o reventar, la tabla es peligrosa según la leyenda. Puede atraer espíritus malignos difíciles de erradicar de tu casa y que luego te hagan la vida imposible.
Con esa premisa comienza Ouija (2014), cuando vemos a una adolescente sola en una casona en la afueras de la ciudad (como de costumbre) jugar en soledad ante la ausencia de sus padres. Algo raro sucede y la chica termina suicidándose. Es el inicio de la historia que continuará con su mejor amiga Laine Morris (Olivia Cooke) que reunirá a sus amigos para “comunicarse” tabla mediante, con su compañera y descubrir los motivos de su muerte.
El planteo es interesante aunque predecible, al igual que aquello que sigue en la película. Algunas escenas están bien desarrolladas (la del sótano) y otras no tanto (también la del sótano), porque el proyecto es bueno pero se queda a mitad de camino al transitar lugares comunes explotados hasta el hartazgo en el género (algo olvidado en el altillo, algo siniestro en el sótano, un crimen familiar en el pasado).
La película de la tablita producida por Michael Bay es eso, “la película de la tabla para convocar espíritus”, y nada más. Se ve que los ideólogos del film pensaron más en vender el producto – ¿y por qué no la tablita?- que en contar una buena historia al respecto. En definitiva, terror adolescente con más merchandising que miedo.