Espíritus del más allá
Otra producción de Hollywood para adolescentes, un inexplicable imán que Hollywood viene explotando con resultados dispares, pero con cierta garantía en la taquilla.
Hay películas malas o regulares, como el caso de Ouija que, curiosamente, tienen el éxito asegurado. Por méritos propios, sí, pero la mayoría de ellos ajenos al engranaje cinematográfico y cada vez más intrínsecos a su desgastada industria. El suspenso, los juegos, los espíritus, un más allá insondable y la muerte espejada en la candidez adolescente, factores todos sustentados por una narración apenas discreta, son un curioso e inexplicable imán que Hollywood viene explotando con resultados dispares, pero con cierta garantía en la taquilla. ¿Apelación fantasmagórica al marketing?
Algo de eso hay en este thriller sobrenatural, en el que un grupo de amigos, muy funcionales por cierto a la mega compañía de juguetes Hasbro y a su famoso tablero Ouija, el entretenimiento que permitiría entablar contacto con los espíritus de los muertos, despiertan a oscuros y antiguos fantasmas cuando rompen las reglas del juego (acá se conoce más el de la Copa).
“No le pidas respuestas a los muertos”, aconsejará la abuela de Elaine (Olivia Cooke), la protagonista del filme, en una sentencia casi bíblica. Pero los jóvenes, por naturaleza, desafían.
Todavía resulta curioso ver cómo el mundo paranormal más antiguo se cruza con las camaritas, los teléfonos y las redes tecnológicas de nuestros días. Cómo estas viejas y gastadas historias cautivan a un público que se renueva. Y miren que la lista es larga: De Poltergeist a Jumanji; de Actividad paranormal a Insidious. Clásicos y no tanto. ¿Esta es la forma en la que el cine convoca a sus propios espíritus?
Hay cabos sueltos, un director debutante (Stiles White), personajes clave que surgen de la nada, y fórmulas de manual. Eso sí, muy acertada la convocatoria del actor Daren Kagasoff como Trevor, la argentinización lingüística del miedo. Después, las preguntas de siempre: ¿Creemos lo que queremos creer? ¿Vemos lo que queremos ver? Cuestionamientos para los que hay más de una respuesta. Incluso del cine, que necesita historias también para el terror.