Un viaje por tierras fantásticas
Con un gran despliegue de producción y de creatividad llega la nueva aventura fantástica de Sam Raimi, que cuenta con el respaldo del sello Disney, apunta al público familiar y sirve quizás como precuela del clásico El mago de Oz.
En Kansas, el mago de circo Oscar Diggs (James Franco), a quien el público le descubre sus trucos, y sueña ser como Houdini o Edison, es arrastrado por un tornado en un globo aerostático hacia la apasionante Tierra de Oz, donde enfrenta a tres brujas: Theodora (Mila Kunis), Evanora (Rachel Weisz) y Glinda (Michelle Williams) y se ve obligado a defender a los habitantes de la Ciudad Esmeralda.
La trama transcurre años antes de que Dorothy llegue a Oz y se haga amiga del Hombre de Hojalata, que por cuestiones legales no se menciona en la película al igual que el Espantapájaros.
Todo gira en torno a este ilusionista ambulante que es acompañado por un mono parlanchín y una muñeca de porcelana (lejos, el mejor personaje) en una fantástica aventura en tierras lejanas y desconocidas. Al vértigo impuesto por el director de la saga de El hombre araña y Arrástrame al infierno, se suma un formato de pantalla cuadrada en una película filmada en blanco y negro que, con el correr de los minutos, dejará al descubierto la galería policromática que ofrece un nuevo mundo habitado por criaturas extrañas y grandes cascadas. Y el 3D se suma para potenciar las imágenes de un mundo de ensueño, de árboles retorcidos que parecen salidos de una realización de Tim Burton y de una neblina que arrastra peligros y sorpresas.
El héroe hará lo imposible para cambiar sus conductas y transformarse en un hombre querido por los inocentes habitantes de una ciudad amenazada. El resto es entretenimiento, persecuciones, sobresaltos, un sendero amarillo, hechizos y una bruja verde y desagradable, en medio de una atmósfera donde una vez más se enfrentan el Bien y El Mal.