Ilusión de movimiento
En una nota anterior había confesado que trato de ir a ver un filme sabiendo lo menos posible del mismo, nada si es dable, por una cuestión de predisponerse, para bien o para mal. A veces esto no lo logro. Varias son las razones. La expectativa generada por la mala critica o burlas, o en contra sentido de los premios otorgados, a veces merecido otras no, los actores, los directores, etc.
Bien, en este caso pasa por otra variable del conocimiento ya desde el titulo, también en idioma original, sabemos que nos enfrentamos a “El Mago de Oz”, y con ello a la memoria icónica de aquél maravilloso filme de Víctor Fleming de 1939, que sirvió para que Judy Garland, su protagonista, quedara para siempre en el recuerdo popular cantando “Algún lugar sobre el arco iris”, también conocida como “Somewhere over the rainbow”.
Pero sorpresas que da la vida y el cine de vez en cuando, esta precuela, (ya que cuenta como un prestidigitador de feria se convierte en el Mago de Oz), a partir de su estructura ficcional se sostiene de principio a fin, con altibajos, mesetas narrativas, algunas cuestiones mejor elaboradas, desarrolladas y constituidas que otras, pero que, en definitiva, termina redondeando un muy buen producto.
Para justificar lo antedicho empecemos como se debe, por el principio del filme, con muy buen criterio en sentido de homenaje. Abre en blanco y negro en formato cuadrado, no rectangular, y nos ubica en espacio y tiempo, Kansas, durante la primera década del siglo.
Un mago, de nombre Oz (James Franco) con pocos recursos, algunos atractivos físicos, rostro agradable, sonrisa fácil, cuando no encantadora, y muchas ambiciones, pasa sus días en un circo sin demasiadas pretensiones.
Secundado por su fiel ayudante Frank (Zach Braff) al que maltrata y lo equipara constantemente a un mono amaestrado hasta que por un malentendido de polleras es perseguido por el hombre fuerte del circo, o sea el forzudo. En medio de su huida en globo aerostático es absorbido por un tornado y depositado en algún lugar luego de atravesar un hermoso arco iris.
Ese atravesamiento no sólo produce el inicio del relato propiamente dicho sino que, consecuentemente, modifica la estética utilizada hasta ese momento para, tal cual la original, entrar a un mundo plagado de colores y objetos a pura magia.
En relación a esto es que la vuelta de tuerca sobre el personaje es lo más interesante. En principio es tomado como el salvador de la tierra de OZ, tal cual rezaba la predestinación del mito del lugar que gran mago bajara del cielo.
Descubierto por una joven, Theodora (Mila Kunis), que se presenta como una bruja buena, es llevado a la Ciudad Esmeralda siendo subyugado por la belleza, no solo de la bruja y de su hermana Evanora (Rachel Weisz), sino por los tesoros allí guardados.
Sobre la ciudad pesa la maldición de la bruja mala, Glinda (Michelle Williams), pero como es un mundo mágico nada es lo que parece.
El deberá enfrentarse a la maldición y en ese viaje se le ira revelando la verdad y descubriéndose a sí mismo. Para ese periplo contara con la ayuda de un mono alado, Finley, al que Zach Braff le prestara su voz, y no es casual la utilización del mismo actor en el mismo rol de ayudante de mago y una de pequeña muñeca de porcelana.
Lo interesante del texto esta puesto en qué herramientas utiliza para engañar al mal que se cierne sobre ese mundo, y ese es otro homenaje al cine, creando la ilusión de un poder que existe pero no es real, en el sentido estricto del termino, sino desde otros parámetros.
Producción dirigida a chicos púberes, con guiños hacia los padres, donde se coloca como declaración de principios el esfuerzo personal, la amistad y la bondad como valores, y la ciencia y el arte como objetos del conocimiento.
En síntesis, una realización cuya duración de 130 minutos no se siente, bien actuada, con música de alto vuelo y una fotografía exquisita que termina casi siendo la vedette de la producción.