El filme español-canadiense propone una animación modesta pero efectiva. Maneja un buen cruce de géneros, de una comedia familiar a un drama carcelario.
La naturalidad con la que pasa de un género a otro, su capacidad para poner en juego elementos aparentemente irreconciliables sin afectar la tensión del relato y su noble historia de solidaridad entre amigos son algunos de los méritos que tiene Ozzy: rápido y peludo, una coproducción española-canadiense dirigida por Alberto Rodríguez y Nacho La Casa que llega como la opción infantil de la semana.
La animación es modesta pero efectiva a la hora de entretener, con lugares comunes bien administrados que funcionan como atajos y giros para que la historia avance con fluidez. La incursión que la película hace en distintos géneros es verdaderamente meritoria, pero no por la mera convivencia de géneros, sino por cómo los trabaja, cómo los fusiona y cómo los hace funcionar.
Ozzy: rápido y peludo empieza como una típica comedia familiar canina, con un perro que sale corriendo de su casa con cara de haberse metido en problemas. Después de un viaje que tiene que realizar la familia con la que vive, la historia vira hacia una película de terror, con la aparición de un lujoso spa para perros llamado Blue Creek, lugar donde los dueños de Ozzy, el adorable beagle del título, deciden dejarlo hasta el regreso del viaje.
Pronto nos damos cuenta de que algo raro se esconde detrás de tanto brillo y lujo. Y efectivamente, el spa es una trampa. Pero cuando creemos que la trama se va a adentrar en el más puro terror, de la mano del administrador poco confiable del establecimiento, la animación hace otro cambio de género y se convierte en una película carcelaria pero en clave canina: el can novato que llega injustamente a una cárcel dominada por otros perros, donde conocerá a quienes serán sus amigos y con quienes planeará la fuga.
La particularidad de Ozzy es que es veloz para correr, cualidad de la que pronto se entera Vito, el perro mafioso de la cárcel que lo usará para que corra una carrera a su favor, lo que hace que la película también incorpore elementos del género deportivo.
Es cierto que el uso de recursos trillados puede cansar un poco, pero que Ozzy: rápido y peludo respete a rajatabla ciertos lugares comunes se puede tomar como un gesto didáctico de sus directores, para que los chicos se familiaricen con los elementos habituales de los géneros mencionados.