Ozzy – Rápido y peludo: Sueños de Libertad.
Esta semana llega un nuevo film animado producto de una coproducción entre España y Canadá.
Ozzy (2016) representa un gran desacierto como película. Por lo general, han salido grandes producciones del viejo continente en materia de animación, que proponían historias más ricas, discursivamente, que las norteamericanas. Sin embargo, últimamente no viene cumpliéndose esa hipótesis y se presentan proyectos poco originales y sin ningún atractivo.
El film sigue la vida de Ozzy, un simpático y pacífico beagle, que se ha criado en el marco de la familia Martin. Su vida cambiará drásticamente cuando su familia no puede llevarlo a un largo viaje lejos de su hogar, y lo terminen dejando en lo que creen que es la mejor guardería canina, Blue Creek. Pero la perfecta estampa del lugar resulta ser una fachada urdida por su villano propietario, y otro destino bien distinto aguarda a Ozzy: éste irá pronto a parar al verdadero Blue Creek, una cárcel para perros, habitada en su mayoría por duros canes, donde prevalece la ley del más fuerte. Allí dentro Ozzy tendrá que esquivar el peligro, encontrar fuerzas donde no creía tenerlas y aprender a apoyarse en Chester, Fronky y Doc, los nuevos amigos que lo acompañarán en esta aventura para intentar regresar sano y salvo.
Además de presentar una animación tosca, poco fluida y bastante desactualizada en materia de CGI, el guion es bastante convencional y un poco contraproducente. Una historia que apunta a los niños más pequeños, los únicos que quizás puedan disfrutar de un producto así, pero no obstante tiene algunos toques demasiado siniestros para ellos. Un relato que mezcla la historia infantil con una especie de “drama carcelario perruno” (al estilo de Shawshank Redemption). Un contexto innecesariamente agresivo donde se usa la ya conocida premisa del protagonista que se aleja de su familia y tiene que sobrevivir en un contexto adverso (Por ejemplo: Home Alone -1990, Lejos de Casa -1995) pero llevándolo a un extremo, tal que su premisa puede hacernos pensar en campos de concentración o campos de trabajo forzado.
En síntesis, Ozzy (2016) es un film que pese a tener unos personajes rescatables (a excepción de los villanos que tienen poco peso y están bastante estereotipados) y con los que uno puede llegar a simpatizar, termina siendo poco recomendable por todo lo demás. Un entorno insensible, una narrativa deficiente y una animación sin alma.