Raúl Perrone centraliza su atención en jóvenes skaters que merodean por Ituzaingó con sus tablas, viviendo el día a día casi sin ningún tipo de intención o motivación que los conduzca hacia un futuro prometedor. Los personajes de Perrone podrían ser los no personajes: ninguno tiene nombre o al menos pasan desapercibido, apenas se pretende indagar en su psicología y todos se parecen. Lo poco que sabemos de ellos es lo que vemos, porque ni siquiera los escuchamos.