Este nuevo acercamiento a la funesta figura del narcotraficante y asesino colombiano no agrega nada nuevo.
Intentando ser narrada desde la mirada de la periodista Virginia Vallejo, quien fuera la amante de Pablo Escobar, autora del libro “Amando a Pablo, Odiando a Escobar”, motor inicial de esta producción, intento justificar su relación amorosa con lo siniestro.
Bien podría caberle de manera inversa esa frase de la revista “Humor”, “dime con quien sueñas y te diré con quien no te acuestas”, o más popular “dime con quién andas y te diré quién eres”
Pero en tanto filme todo termina por ser un catálogo de lugares comunes con fuertes fallos en tanto construcción narrativa, a punto tal que las escenas de violencia desplazan por completo en importancia a las que debieran ser la trama principal, la intimidad de la pareja. Tal es así que ese punto de vista se va diluyendo con el correr de los minutos, nunca ayudado por el relato en off que nos transmite el personaje, sino todo lo contrario, y eso también pone en juego una mala decisión de la producción.
Hablada en inglés, siendo una producción española, en la cual Penelope Cruz vuelve a tropezar con su propia impericia vocal, si bien desde los otros aspectos de la actuación da lugar a una buena performance. No ocurre lo mismo con Javier Bardem, quien termina por ser lo único rescatable de esta película. Su recreación del personaje es perfecta, le da el tono justo de vulgaridad, sin la más mínima educación, de supuesto origen muy humilde, lo cual queda claro en su desarrollo, no lo justifica.
No hay intención desde el guión presentar al mundo de la droga como una posibilidad, ni como consecuencia inevitable de la sociedad actual, ni de responsable de la existencia de este engendro del mal, sino todo lo contrario.
Esto puede establecerse desde determinada lectura del texto, no lo hay desde la dirección, y en el acabado final de la realización no hay nada que lo establezca de manera taxativa.
En realidad la idea del filme se va perdiendo y nunca termina de dejar de lado la sensación de estar a la deriva sin poder definirse, y esto debería establecerse desde el diseño de producción.
Algunas buenas escenas, y un relato conocido que denota desde su construcción narrativa clasicismo a ultranza, por momentos muy hollywoodense.
El director nunca logra darle un toque de personalismo al texto fílmico, termina por ser algo anodino, trivial, insubstancial. Nada nuevo bajo el sol.