La historia de Pablo Escobar Gaviria ha pasado de la crónica negra y las sentencias judiciales a la mítica criminal convertida en relato de ficción. Un poco como le pasó a la figura de Al Capone en el origen del cine de gánsteres: ascenso y caída como formas de una épica marginal, de una historia de crimen y sangre contada como una tragedia sobre el poder y la ambición. Después de varias series ( Narcos, El patrón del mal), documentales ( Pablo Escobar: King of Cocaine) y biopics ( Escobar: Paraíso perdido), el español Fernando León de Aranoa se inspira en la biografía de la estrella televisiva y amante de Escobar, Virginia Vallejo, para contar de nuevo su historia.
Aranoa comienza en el final, bajo el fantasma de la DEA, para ir hacia el principio: el encuentro de Vallejo y Escobar al pie de un jet privado, la fiesta en una mansión con zoológico propio, los regalos y la pasión, el miedo y la locura. Esta historia de mafia sin urbanidad, que requería el mismo desenfado que De Palma o Scorsese les pusieron a sus mundos, está teñida de una previsibilidad agobiante, guiada por una voz en off insistente y explicativa, erigida sobre personajes que se consumen en los mismos arquetipos que los inspiran.
Solo Javier Bardem logra teñir de patetismo el escape desnudo de su antihéroe por la selva, sabiendo que ese instante es el reflejo amargo que asoma tras esa máscara de prepotencia y orgullo.