Las luces y las sombras
Paco, la más letal de las drogas (desecho de cocaína), y el nombre del personaje principal (Tomás Fonzi) coinciden en esta nueva realización de Diego Rafecas.
La película equilibra bien los resortes del cine-denuncia, el drama y el suspenso. Paco está acusado de volar una de las cocinas de droga en la que murieron responsables e inocentes. Su estado es desesperante: carga con el peso de la adicción y con la culpa. Su madre (Esther Goris), una senadora de ascendente carrera política, lo interna en un prestigioso centro de rehabilitación, dirigido por Nina (Norma Aleandro).
La últma creacion de Rafecas es un relato coral con personajes que van desplegando sus historias y los flashbacks contribuyen a dar más datos. Así desfilan por la pantalla las cabezas del centro de recuperación: Juanjo (Luis Luque) y Julián (Salo Pasik); una hija adicta (novia de Paco) y su madre-padre (Sofía Gala Castiglione y un excelente Willy Lemos); Yari e Ignacio (Leonora Balcarce y Guillermo Pfening) y otros internados.
Paco se sumerge en el flagelo de la drogadicción y sus consecuencias; en las relaciones de padres e hijos; y también echa mano a las investigaciones periodísticas y a la repercusión pública del caso (el film cuenta con la participación del periodista Nelson Castro).
Un formato ágil, construído a partir de imágenes salpicadas, una especie de collage turbio y convincente, gracias al trabajo de montaje y de Tomás Fonzi, un actor que debería ser llamado más seguido por el cine. Su escena final con Esther Goris así lo confirma.
Los minutos de más del largometraje no empañan el buen desempeño del realizador. La sombra y las luces están presentes en el nuevo trabajo de Rafecas.