Cuando mucho es sumamente poco
El filme que protagoniza Tomás Fonzi se abre en subtramas que no crecen.
Hay veces en las que con las buenas intenciones no alcanza. Paco las tiene, al igual que un elenco con mucho renombre y un equipo técnico envidiable. Pero tal vez haya sido esa diseminación de buenos intérpretes en más de una decena de personajes lo que atente contra la homogeneidad del relato, el afianzamiento de una idea rectora.
Es que hay tantas subtramas o personajes que empiezan con fuerza y terminan siendo casi episódicos -como el que compone Sofía Gala Castiglione- que el espectador siente ya cuando promedian las más de dos horas de proyección que depositó tal vez demasiado interés en una historia que no ha de crecer.
El protagonista es Francisco (Tomás Fonzi), hijo de una senadora (Esther Goris), que consume paco y lo apodan, vaya paradoja, Paco. La madre hará lo imposible por lograr que su hijo quede internado en una institución, que regentea el personaje de Norma Aleandro, junto con el de Luis Luque, y donde se mezclan más que combinan las historias de otros internos y sus familiares.
Entre los muchos temas que Paco intenta abordar está la corrupción ("Si es una oportunidad política, la pienso aprovechar", dice la senadora Blank, quien desembucha sin vueltas que puede conseguir subsidios para la institución, cuando descubre que no quieren admitir a Paco), el abuso a los adictos, las relaciones quebradas, los padres y madres ausentes, y más.
No son las imágenes "fuertes" -hay quien, se sugiere, se inyecta en el pene, violaciones varias- las que generan distanciamiento con el espectador, sino algunos diálogos explicativos ("Es contra la drogadicción, no el narcotráfico") donde el filme de Diego Rafecas no termina de encender el entusiasmo.