Uno de los grandes estreno de esta semana es Pacto Criminal de Scott Cooper (La Ley del más fuerte), con Johnny Depp.
James “Whitey” Bulger (Jhonny Depp) comandó, durante casi dos décadas, los negocios ilegales en Boston. A cambio de debilitar a la mafia italiana, se relaciona con un antiguo amigo de la infancia, John Connolly (Joel Edgerton) que trabaja en el FBI. Además, el primero tiene un hermano menor Billy (Benedict Cumberbatch), presidente del Senado por Massachussetts. Pacto criminal es la historia del ascenso y caída de todos ellos.
Las comparaciones con Los infiltrados, de Martin Scorsese son inevitables, pero Copper y sus guionistas logran diferenciar ambos films, sobre todo por que el material de base no es ficcional, sino que se trata de hechos reales. El intercalado de las declaraciones de los detenidos hace aún más verosímil lo retratado.
La performance de Johnny Depp es poderosa y abrumadora, en un personaje bipolar que va desde el querido miembro de la comunidad irlandesa que ama a las viejitas del barrio, se deja ganar a las cartas por su anciana madre, para pasar a ser al más sádico asesino. O al acosador mas frío. En ese sentido, la escena en la que se mete en la habitación de la esposa de Connolly para sutilmente hostigarla, es uno de los tantos picos de tensión del film. Pero a pesar de que el actor de Piratas del Caribe, tan proclive al disfraz, logre una caracterización hechizante detrás del maquillaje, el resto del elenco está a la altura de la vara de Depp. En una película que es casi coral por el entramado de relaciones criminales y sociales, también se destacan Joel Edgerton (director y actor de El regalo, actualmente en cartel), el muy de moda Benedict Cumbertbatch, Kevin Bacon, Jesse Plemons y Julianne Nicholson (como la esposa de Connolly). Alguno de ellos seguramente logrará una nominación al Oscar en la próxima entrega. El director Scott Cooper sabe como manejar actores y ya demostró su solvencia posibilitando que Jeff Bridges ganara una estatuilla de la Academia por Crazy heart.
Policías que se comportan como gángsters, mafiosos que son miembros respetados entre su comunidad, políticos que coquetean con la ilegalidad y criminales que sufren tragedias personales aún mayores que las que provocan, conforman el entretejido que hace al atractivo de Pacto criminal.
Esta Misa negra (tal es la traducción del título original) quizás no innove demasiado en lo referente a retratar las distintas mafias, en medio de las italianas, latinas, rusas, chinas o irlandesas, en este caso. Pero es eficaz en mantener la tensión y posibilita disfrutar de un puñado de los mejores actores del panorama actual.