Paddington 2: El regreso del oso maravilloso.
Con el mismo espíritu de su antecesora, esta secuela ahonda en el sentido de la familia y las travesuras del tierno y más famoso oso peruano (con acento británico).
Para los neófitos y los que piensan que los británicos son solo colonizadores de las Islas Malvinas, el Oso Paddington es uno de los íconos culturales más famoso de Gran Bretaña, ahí junto a Doctor Who y James Bond; precisa e irónicamente, el apellido del creador de este simpático personajes es también Bond, pero de nombre Michael. Este escritor vio en una tienda cerca de la estación Paddington a un oso de peluche y decidió que era un buen regalo de Navidad para su esposa. Esto en 1956. Para 1958 ya había escrito el primer cuento infantil con el antropomorfo ser llamado “A bear called Paddington (Un oso llamado Paddington)”.
Las historias cuentan las desventuras de un oso peruano amante de la mermelada que llega a Londres y la familia Brown lo adopta como parte de la “manada”. Sí, el oso se llama igual que la estación de trenes londinense, ya que el mismo animalejo expresa que su nombre peruano es “impronunciable”. Finalmente, y luego que sus libros se han traducido a 30 idiomas y se han vendido más de 30 millones de copias alrededor del mundo, Paddington llega al cine en 2014 de la mano del realizador Paul King, contando la historia de origen y la llegada del osito a la familia Brown y a Londres. EL film se catalogó como “La película familiar no estadounidense más exitosa de todos los tiempos”.
Pues bien, luego de varios años tenemos la secuela de las aventuras del oso más querido ya, de todo el mundo, con grandes cambios pero manteniendo el espíritu de la original, lo que la hace aún mejor, sin tocar la “fórmula ganadora”: Paddington, que ya está felizmente integrado y vive con la familia Brown, se ha convertido además en un miembro muy popular de la comunidad de Windsor Gardens. En la tienda de antigüedades de Mr. Gruber descubrirá un maravilloso libro. Como se trata del regalo perfecto para el cumpleaños de la tía Lucy que celebra su cumpleaños número 100, Paddington decidirá realizar una serie de extraños trabajos para poder comprarlo. Pero todo se complicará cuando el libro sea robado, y Paddington tenga entonces que detener al ladrón con la ayuda de los Brown.
No solo la familia Brown ha cambiado, también el mundo, y como si de una metáfora de la inmigración se tratase, Paddington 2 nos viene a replantear la manera que vivimos cuando un extraño llega a nuestro país, a nuestra familia. ¿Lo vemos como amigo? ¿Lo vemos como amenaza? Lamentablemente Paddingotn debe sufrir el cruel destino de los prejuicios y es encarcelado injustamente, pero sus buenos modales, su ternura y las enseñanzas de Tía Lucy logran modificar no solo el comportamiento de sus más cercanos, sino también de sus compañeros en la cárcel, algo impensado en la realidad, pero sostenible desde el mundo de fantasía, aunque sociológico y filosófico.
La familia Brown está intacta (si hablamos del cast) y perfecta como siempre. Seguro la mejor adición al elenco (además de Brendan Gleeson) sea el villano de turno: Phenix Buchanan, un actor venido a menos que critica a su estirpe ya desde el solo andar y hablar, interpretado por un, cada vez más imprescindible, Hugh Grant. Las facetas psicóticas de Buchanan son una delicia para el espectador adulto, así como la referencia inequívoca a Charles Chaplin en una escena en particular por parte de Paddington y algún que otro homenaje a una película reciente que tiene como protagonista a la mamá Brown, quizás intencional, quizás no. Toda la cinematografía y la simetría de colores es particularmente fascinante y mejor construida que en su antecesora, dicho esto, Paddington 2 la supera ampliamente y las críticas internacionales no se equivocaron.
Quiénes no se equivocaron tampoco fueron los encargados de pedir a nuestro Nicolás Vazquez que doblara al castellano la voz de Paddington: si bien fui con bastante recelo a la proyección (ya que prefiero ver las cintas con las voces originales), debo decir que, nuevamente, el actor argentino no defrauda y le da la impronta necesaria a Paddington para ser ese tierno peludo que no deja de hacer travesuras, pero que todo le sale bien. ¿Saben por qué? Porque lo hace desde el corazón.