Paddington, el entrañable oso parlante con buenas modales y educación, vestido siempre con abrigo azul, un sombrero rojo y su maleta, creado por Michael Bond desde 1958 y que se convirtió en personaje clave de la literatura infantil británica, ya nos sorprendió en 2014 en su primera aventura cinematográfica.
Ahora vuelve en esta secuela con un cautivador relato, derrochando encanto y sensibilidad, con una apuesta visual que combina ingeniosamente la técnica del Libro pop-up con la animación y entorno real, sumado a un sutil llamado a la tolerancia y los buenos modales.
Paddington ya es un miembro importante y respetado de la sociedad y la familia Brown. Pero la elección de un obsequio para el cumpleaños de su querida tía Lucy lo embarcará en una aventura que lo llevara a la cárcel, incriminado falsamente por un actor en decadencia -Hugh Grant-, y su lucha y la de la familia Brown por probar su inocencia y limpiar su nombre.
La maravillosa integración del pop-up, en la que Londres cobra vida como una extensión del libro, con el personaje animado y los efectos digitales en la imagen real no solo establecen el marco ideal para cautivar al espectador, si no que contribuyen a humanizar mas a Paddington, dan fluidez a una historia divertida, de naturaleza clásica y previsible, pero que conserva el sentido de la maravilla, la inocencia y la aventura de la anterior, y hasta se da lugar para homenajear con sus técnicas y gags a Mélies, Chaplin, Buster Keaton y otros pioneros de la comedia.
Los exquisitos modales de lord, su generosidad, ingenuidad, honestidad y humor ingles, que aportan dulzura sin caer en el sentimentalismo, vuelven entrañable a este oso que junto a un elenco de nivel encabezado por Hugh Grant, componiendo con grandes dosis de ironía y auto parodia al villano de turno, un actor de capa caída y egocéntrico que dialoga con los maniquíes, acompañado de Brendan Gleeson, Sally Hawkins y Julie Walters, consiguen retener las virtudes de su predecesora y narrar una historia tierna y divertida.
Paddington destaca el valor de la inocencia, los buenos modales y la trascendencia de las relaciones familiares, en una película que cautiva a niños y adultos por igual gracias a las andanzas y carisma de su protagonista, su brillante propuesta visual y perspicaces homenajes a maestros de la comedia.