Mira quien habla tambié
Este filme infantil por donde se lo mire es, simultáneamente, para toda la familia, la ternura hace aquí bandera y lo supuestamente naif lo que la impulsa.
Sosteniendo la amena habilidad mostrada en la primera, como para convertir a Londres en una gran estampa, al mismo tiempo que va logrando humanizar al personaje tanto desde lo afectivo como desde lo físico.
De forma tal que toda la narración va transitando por todas y cada una de las variables de la comedia y el humor cinematográfico, dando cuenta de homenajes para nada subyacentes, todos reconocibles, Charles Chaplin, Buster Keaton, Laurel y Hardy, Max Linder entre tantos otros, transitando del humor físico al intelectual pasando por el verdadero “splastick” sin sobresaltos.
Todo esto desarrollado en una realización a la que la puesta en escena, la dirección de arte, el diseño de sonido y su banda sonora, no son subsumidos a meros aportes técnicos, son narrativos, lo que los constituye en un gran trabajo, casi de orfebrería.
La fantasía de un oso que conviva con humanos quedaba soslayada en la primera aparición del personaje desde su presentación, y su posterior desarrollo no producía conflicto de verosimilitud, no molestaba su capacidad parlante, sólo lo enfrentaba a los verdaderos humanos, por los contenidos y extensión de su vocabulario, la cortesía con que se relacionaba con el medio, ya sea la familia, los vecinos, el mismísimo barrio.
En esta segunda presentación todo esto no soólo se mantiene, sino que aparece como adoptado y adaptado a la vida tal como se le presentó.
El oso Paddington ya está felizmente integrado en casa de la familia Brown. Se ha convertido además en un miembro muy popular de la comunidad de Windsor Gardens. Su tía Lucy, quien todavía vive en el bosque, cumple 100 años. Él luego de mucho buscar a encontrado el regalo perfecto, un maravilloso libro pop-up de la tienda de antigüedades de Mr. Gruber. Para poder comprar el libro Paddington decidirá realizar una serie de extraños trabajos. El libro que contiene los secretos de un tesoro es robado, y el pequeño oso que había dado cuenta de su interés acusado del delito.
El deberá demostrar su inocencia, ayudado por todos aquellos en los que sembró su afecto.
Si todo esto ya estaba en los parabienes de presentación al espectador, se le debe agregar la magistral interpretación de Hugh Grant, (lastima el doblaje al español), como una versión casi auto flagelada de si mismo. Toda una parodia sobre un actor muy engreído, vanidoso, pedante, que no le da el intelecto para ser narcisista, caído en el olvido y en desgracia.
Una comedia que no deja pasar la oportunidad de transitar por temas actuales como la violencia cotidiana, la discriminación, etc.
(*) Dirigida por Amy Heckerling, en 1990.