Recuerdo algunas reacciones cuando se lanzó el primer avance para Paddington, el cual ponía su atención en la escena del baño y había quienes signaban el resultado final de la película en base a la elección de esa porción de humor escatológico. Apenas días después se conocería el alejamiento de Colin Firth, que había decidido que su voz no era apta para el personaje, y aquello reforzó las dudas en torno a lo que sería la adaptación. Dichos prejuicios no podrían haber estado más equivocados, dado que resultó en una encantadora comedia para toda la familia, con un protagonista inolvidable rodeado de un notable elenco británico, que acompañó la buena recepción de la crítica por una más cálida del público, que la convertiría en un éxito de taquilla. Dicha repercusión justificaba a las claras una inevitable segunda parte, como es norma actual de la industria. Lo inesperado, no obstante, es que esta sea incluso superior a su antecesora.