Paddington

Crítica de Alejandro Turdó - A Sala Llena

El Osito Mimosito (made in England).

Inglaterra es una tierra plagada de símbolos de rápida identificación: el Big Ben, la guardia real, los buses rojos de dos pisos, etc. Otro símbolo tradicional de los británicos -tal vez no tan conocido en nuestras tierras- es el oso Paddington. Hablamos de un personaje clásico protagonista de una serie de libros infantiles: su primera aparición se remonta a 1958 y su creador fue un tal Michael Bond (cualquier similitud con el agente secreto obra de Ian Flemming es mera coincidencia). En esta ocasión Paddington hace su debut en la pantalla grande con una producción que mezcla actores de carne y hueso con personajes animados por computadora.

La primera incursión cinematográfica del osito de sombrero y montgomery nos cuenta sobre sus orígenes y cómo se ve obligado a dejar su hogar en la profunda selva peruana para embarcarse en una aventura transatlántica hasta tierras inglesas, donde conocerá a los Brown, una familia que lo encontrará por pura obra del azar en la estación de tren Paddington (ya pueden ir sospechando el origen de su nombre). Mientras Paddington intenta encontrar al explorador que hace tiempo lo visitó en su hogar selvático, deberá cuidarse de Millicent (Nicole Kidman) una taxidermista que quiere aplicar su oficio en el úrsido. Sorprende ver a Kidman es un papel de villana bastante caricaturesca, más allá de que esté perfectamente justificado dentro de los cánones del género infantil/ familiar. Es apenas la segunda película en la cual la australiana hace de villana, la otra fue La Brújula Dorada (2007).

Si bien la historia es la del típico "pez fuera del agua" que busca adaptarse a un nuevo ámbito, los personajes tienen la mezcla justa para no ser excesivamente empalagosos ni riesgosamente sosos. Y a pesar de vivir en una época en la que ya casi nada nos sorprende como espectadores en cuanto a 3D, pantallas monstruosas y animación computada, hay que reconocer la enorme labor hecha con Paddington: el oso se siente como un personaje real. Sus movimientos, sus gestos, sus miradas y hasta su pelaje parecen extremadamente reales; generando que la interacción con el resto de los actores humanos no se sienta estéril o sintética. Resultará difícil hacer creer a cualquier menor de 6 años que no es un oso superdotado con rasgos antropomorfos.

Podemos decir que el director Paul King sale bien parado de su primera aventura en el cine infantil, aportando un aire de magia y nostalgia que se mezcla con un humor sano, en el que la cadena de acontecimientos siempre decanta en situaciones algo absurdas pero a tono con la lógica interna. Si bien nunca se desvía del género, logra poner en pantalla un relato que desde la calidez de sus personajes y sus secuencias aventureras hará que muchos de los padres que acompañen a sus hijos la pasen mejor de lo que tal vez sospechaban inicialmente, cuestión no menor en este tipo de producciones.