Película peluche
Como sabemos, a cualquier popular animal antropomorfizado de dibujos, literatura o comics, le llega su adaptación cinematográfica. En este caso el oso Paddington, personaje emblemático de la literatura infantil inglesa, es la nueva adaptación de peluche en el itinerario de películas confortables-para-toda-la-familia. En el sitio más recóndito de Perú (the darkest Perú en idioma original) un explorador inglés se topa con una pareja de osos a los que va a transmitir dos apetitos: Londres y la mermelada. Luego de muchos años, y cuando el deseo de esa pareja sea vencido por el paso de los años, su joven sobrino va a emprender el viaje hacia la ciudad inglesa en busca de un nuevo hogar.
El director británico Paul King (director de The Bunny and The Bull) es un tipo que entiende de comedia. Buena parte de su humor delirante sirve para potenciar esta aventura ATP. Hasta cierto límite. Porque ante todo, Paddington es un film amable. Una de esas películas para ver al lado de la tía y la abuela mientras ellas se toman un té. Aún así, en medio de tanto almohadón de bondad, el director logra meter pequeños momentos felices y de libertad creativa con buen timing cómico. Esto es algo que logra explotar de mejor manera durante la primera mitad. Para cuando debe ajustarse a lo más convencional con la típica estructura de “riesgo y final feliz”, cumpliendo el canon de causar incertidumbre para luego dejarnos con una sonrisa (por más que sea por medio de meternos una cuchara de miel en la boca), es donde la historia se achica mediante la estandarización.
Porque ante todo, Paddington es un film amable.
Pero no todo es sobre osos amantes de la mermelada y bondad enfrascada. Dentro de este menú de confortabilidad también está el turismo por la ciudad de Londres. Así van a estar los planos aéreos para disfrutar la abadía de Westminster, los colectivos de dos pisos y la guardia real inglesa. El peruano Paddington va en busca de la amabilidad británica pero también se va a encontrar con una visión más indolente acorde con la realidad actual. La gente le va a pasar por al lado sin mirarlo a la cara (¡y eso que es un oso con sombrero!). Pero no sufráis, lo adopta una familia que lo ve solitario en la estación de tren. El padre es interpretado por Hugo Bonneville (Downtown Abbey) y la sensible madre está a cargo de Sally Hawkins (Blue Jasmine). A ellos se suman sus dos hijos: una niña que se avergüenza de su familia, un niño al que el padre le prohíbe cualquier cosa que le pueda hacer un mínimo rasguño. La incorporación de este oso produce el caos necesario y calculado para que (¡sorpresa!) todos terminen mejorando su vida.
El enemigo/peligro en esta aventura infantil es ocupado por la malvada taxidermista Millicent, papel a cargo de una asertiva y gélida Nicole Kidman (todo esto dicho esto de manera positiva). A estos se suman un seleccionado de actores (Peter Capaldi, Jim Broabent y Julie Walters, entre otros) que logran una consistencia crucial para mantener la atención y la sonrisa durante el desarrollo del relato.
El mayor acierto de Paddington es que se cree ese mundo de fantasía tierno y acolchonado. No hay con que darle, es una película para hacernos sentir bien. Su mérito, que no falla en el intento.