La otra locura
Rémoro rememora y en el balbuceo de sus pensamientos se vislumbra un atisbo de idea o reflexión sobre el cine y la vida. Y si de cine y vida se trata porqué no hablar de una de las mayores obsesiones del realizador Eliseo Subiela que ya abordara a los locos en aquella memorable Hombre mirando al sudeste.
Ese podría ser el título de un film de este paciente encontrado por unos estudiantes de cine en el Hospital Borda, quien dice haber sido director de cine.
Rémoro Barroso en realidad vive en el espíritu intacto del documentalista santafecino Fernando Birri, quien actúa con la espontaneidad adecuada para hacer del registro del falso documental que propone Paisajes devorados algo verosímil pero lamentablemente todo lo que lo rodea en esa puesta en escena es por lo menos artificioso, incluida una mala elección de casting para el rol de los estudiantes que llegan en busca de un documental sobre el misterioso anciano que lanza máximas al aire sin que su barba blanca oculte su manera de entender el cine y la realidad desde su aparente locura.
Es Subiela quien habla bajo el pretexto de la ficción, con la filmación en digital HD y Birri quien da forma a un manifiesto que podría integrar cualquier postulado cinematográfico para un estudiante que se acerque a la pasión del cine y de la dirección de películas sin temor a la locura.
Sin embargo, la locura entendida como la ruptura de los convencionalismos que encorsetan la percepción de la realidad es mucho más prolífica y atractiva para ser contada que aquella que deambula en los pasillos de un manicomio.
Hay buenas ideas en esas máximas de Rémoro que giran en torno al cine, al sueño, al tiempo, a la realidad en contraposición con la ficción, apuntes que no encuentran un cauce sólido en este opus del creador de El lado oscuro del corazón aunque debe destacarse que por momentos ese extraño y fascinante mecanismo que conecta al cine con la verdad aparece gracias al talentosísimo Fernando Birri.