Emprendedores del liberalismo latinoamericano
Ciro Guerra, el director de la extraordinaria El Abrazo de la Serpiente (2015), regresa junto a Cristina Gallego para adentrarse en una historia alrededor de una comunidad indígena wayúu en el desierto de Guajira que desentraña la transformación del proceso productivo agricultor colombiano que conduce a la plantación de marihuana para el abastecimiento del mercado norteamericano. El paso de la diversificación al monocultivo de marihuana conducirá a la postre al negocio de la cocaína cuando el consumo masivo de drogas en Estados Unidos se traslade de los hippies alejados del sistema empresarial a los yuppies directivos de las grandes corporaciones.
Basada en una historia real, la película relata la llegada de las misiones de paz norteamericanas financiadas por el Estado para diseminar los falsos ideales del capitalismo y combatir el ideario comunista que tenía buena aceptación entre las comunidades campesinas, grupos hippies mezclados con narcotraficantes que buscaban nuevos productos para la creciente demanda del mercado estadounidense de drogas.
Rapayet (José Acosta), un joven trabajador que se las arregla vendiendo licor y café a la población hispano parlante fuera de su comunidad, necesita desesperadamente dinero para la dote que la familia de Zaida (Natalia Reyes) le solicita para casarse con ella. Cuando casualmente se encuentra con unos norteamericanos de las misiones de paz en busca de marihuana, aprovecha la oportunidad junto a su amigo y socio, el ampuloso y festivo Moisés (Jhon Narváez), para ofrecerles acceso al producto que buscan. Para ello Rapayet convence a su tío de que cultive marihuana para vendérsela a los gringos, lo que los convierte en socios de un negocio que crece a pasos agigantados. El asunto prospera y Rapayet es aceptado por Úrsula (Carmiña Martínez), la madre de Zaina, como pretendiente de su hija, pero la ambición y la locura que el dinero súbito desata crea conflictos y enconos que conducirán a guerras impensadas entre amigos y familiares.
Pájaros de Verano (2018) retrata la conformación y los conflictos del narcotráfico en las comunidades indígenas de Colombia a partir de la pérdida de los valores producto de la avidez desmedida y la demanda constante de nueva mercancía por parte del insaciable mercado norteamericano. El éxito, el dinero y el poder vienen acompañados de cambios culturales que minan todas las relaciones sociales, destruyendo las prácticas ancestrales de pueblos con una rica historia y saberes que se pasan de generación en generación para dar lugar al nihilismo hedonista autodestructivo actual.
En los cinco cantos que componen el film cada uno de los personajes ocupa un lugar simbólico y arquetípico en esta tragedia arcaica que se repite desde hace siglos. Los sueños son aquí arcanos que revelan el porvenir advirtiendo los peligros, mensajeros de la violencia que se avecina debido a la falta de respeto a las tradiciones. Los ritos y rituales develan a su vez un complejo sistema de prácticas que regulan la vida para generar prosperidad y alejar los problemas, ritmo vital roto por el ingreso a la lógica del dinero fácil. Todos los personajes terminan apartándose así de la tradición y las consecuencias serán catastróficas para la comunidad.
Hablado mayormente en lenguaje wayúu y en menor medida en español, el film expone las causas y las consecuencias del narcotráfico para las comunidades indígenas y sus familias. Al igual que en El Abrazo de la Serpiente, el director de fotografía David Gallego consigue extraordinarias imágenes de gran carga simbólica que aportan mucha profundidad a una película ya de por sí maravillosa. Las actuaciones de todo el elenco son excelentes en una interpretación coral en la que se destaca el protagonismo de Carmiña Martínez, José Vicente, Natalia Reyes, José Acosta y Jhon Narváez, sin que desentone ningún personaje principal ni secundario en una propuesta con una narración que respeta los tiempos de cada escena.
Aunque el film contiene un componente ancestral fuerte también señala las deficiencias de las tradiciones que permiten el desequilibrio que impone el nuevo capitalismo narco en una tensión constante con el equilibrio necesario para la prosperidad sustentable y saludable. Pájaros de Verano es un film alegórico esencial para comprender la historia de Colombia, el derrotero de los pueblos indígenas y de la principal etnia indígena colombiana a la luz de su mirada del pasado y su relación con el mundo moderno, la mentalidad de los terratenientes y su relación con el narcotráfico, las relaciones con los contactos norteamericanos, la simbología de los sueños que reviven con la vigilia y el valor del honor en las pequeñas comunidades.