Al protagonista de “Pájaros Negros” (Argentina, 2015) de Fercks Castellani le pasan muchas cosas en su cotidianeidad, todo como resultado de una realidad que lo agobia y lo presiona, pese a mostrarse como un exitoso empresario de la construcción y un dedicado padre y cabeza de familia.
A Víctor (Luciano Cazaux), tal es el nombre del personaje, le pesa la depresión de su mujer (Martina Perret), el poco contacto que ésta tiene con su hija, y principalmente el no saber cómo acercarse íntimamente sin que el rechazo sea la única posibilidad de vinculación y declamación.
Pero un día esta rutina agobiante cambia, porque percibe que ella algo le oculta, y aconsejado, mal, por algunos de sus compañeros del trabajo, mucho más jóvenes y experimentados que él, comienza a elucubrar un plan en el que la única posibilidad de escapatoria o respuesta a sus preguntas es que ella lo está engañando con otro hombre.
Las certezas no llegan, y el agobio se transforma en obsesión, en maltrato, en situaciones inexplicables que tienen el seno familiar como punto de ebullición y también como lugar de reparo, vaya paradoja, para suavizar algún daño que en ambos suceda.
Pero a Víctor no le basta la constatación o no de la infidelidad, quiere ir más allá, y mientras por momentos Castellani utiliza el recurso del flashback como manera de apelar a cierta luminosidad de un pasado no tan lejano, lo ominoso, que se traduce en esos “pájaros negros” que se acercan continuamente a verlo y a acecharlo van pesando cada vez más como estrategia narrativa.
La tensión silenciosa que avanza, refuerzan la propuesta de un guión que sabe de su gusto por el género y que a partir de elementos claves y necesarios, como la música incidental o la configuración de primeros planos para enfatizar emociones, van conformando un intento de repetición de fórmulas y esquemas, cine que encuentra adeptos en espectadores específicos y únicos.
Pero en esta historia todo se complica aún más, porque cuando los indicios del engaño también se van transformando en verdades y realidades, Víctor, su protagonista, deberá asumir el dolor con el que la traición se muestra en el cuerpo de su mujer, quien, más perdida que nunca, no encuentra la manera de poder refutar las consecuencias de la infidelidad y ser el objeto de los reproches de su marido.
“Pájaros Negros” bucea en los arquetipos de los filmes y la literatura policial más clásica, y que desde una sospecha sobre una posible infidelidad o engaño, tejen una compleja trama de situaciones, en las que el tormento del protagonista y la empatía que se logra con él serán esenciales para continuar con la visión del filme.
Castellani logra con holgura una aproximación a los miedos y obsesiones de una pareja dividida por la enfermedad y la depresión, y apela a un relato digresivo que termina por potenciar su climax con una resolución final que sorprende.
Mención necesaria para que el relato funcione es la impecable actuación de Cazaux, quien con una economía de gestos, y a veces tan sólo una mirada, compone el complejo mundo de Víctor ante la inseguridad de sus vínculos.