Una que sepamos todos
"Pájaros Volando" funciona a fuerza de guiños, en la complicidad con el público. Que uno de los momentos más desopilantes sea el que tiene al político Antonio Cafiero como protagonista no hace más que confirmar eso. Los cameos de Miguel Cantilo, el "Ruso" Verea o Miguel Zavaleta, entre otros, sirven para establecer familiaridad y sorprender, dos puntos a tener en cuenta cuando de hacer una comedia se trata. Pero la trama se estira demasiado, va más allá de lo aconsejable para el género y al terminar, ante un remate poco digno para tamaño esfuerzo, queda la sensación de que algo bueno se diluyó hacia el final; se escurre como arena entre los dedos la chance de salir del cine con una carcajada. A cambio, el estribillo de la canción final durará un rato en nuestros oidos; aquella que décadas atrás fue un hit, mediocre, de una ni siquiera mediocre banda de rock formada por dos primos llamada "Dientes de Limón".
José (Diego Capusotto) ahora trabaja en una remisería y sigue tocando. Es un típico perdedor de barrio, cuarentón y sin futuro. Miguel (Luis Luque) hace tiempo se radicó en Córdoba y vive de la venta de artesanías y gracias a los crédulos que van a las sierras en busca de ovnis. Los extraños sucesos que se viven en su pueblo hacen que Miguel viaje a Buenos Aires para convencer a José de unirse a él en un viaje cósmico.
El director Néstor Montalbano vuelve a reunir a la pareja de "Soy tu Aventura" y hace funcionar una vez más la química entre Capusotto y Luque. El veterano Juan Carlos Mesa hace de cada participación suya un momento memorable que sirve, dicho sea de paso, como reivindicación y llamado de atención para tener en cuenta a nuestros artistas, aunque pasen los treinta.
El filme es puro delirio, del bueno, con efectos especiales muy berretas que ayudan a completar el chiste, y que sirve para posicionar a Diego Capusotto como el capo cómico que ya es, aunque por decisión personal prefiera mantenerse lejos de lo masivo y sólo accesible a un público fiel y bien determinado.