Mismo humor, misma risa
La idea de huir del mundo a un lugar lejano y exterior no sólo da para el romanticismo. Diego Capusotto vuelve con la comedia Pájaros volando, recargado por el guión de Damián Dreizik, la dirección de Néstor Montalbano y la energía inagotable que logra con Luis Luque frente a cámara.
Los compañeros de delirio cuentan una historia que parece una postal de algunas comunidades serranas cordobesas, refundadas por porteños huidos del cemento. Además, la película apunta al delirio, a la fantasía colectiva de un grupo de habitantes de Las Pircas que aseguran que los extraterrestres los llevarán a su planeta, abducción mediante. De esa fantasía se alimentan los muñequitos ojudos que Miguel (Luque), rebautizado Freedom, vende en la feria del pueblo.
José (Capusotto) llega para quedarse, tentado por su primo Miguel, ex compañero de la banda de rock Dientes de Limón. Juntos vivieron el hit Pájaros volando, cuando las entradas se pagaban con australes. Como ocurría con los personajes de Soy tu aventura, no tienen nada y están fuera del sistema, pero aquí, en lugar de urdir un delito, imaginan un viaje interplanetario que termine con las pálidas.
Pájaros volando cultiva el humor de Montalbano-Capusotto, incluida la cuota de ternura, y para eso acude a comediantes estupendos y personalidades que el espectador descubre entre hippies, artesanos y campesinos. La presencia de Juan Carlos Mesa es un placer incomparable. Todo ocurre para esos tipos autoexiliados, con una naturalidad desconcertante, en medio de la belleza del paisaje. Verónica Llinás, con sus matices; Alejandra Flechner, impresionante policía a la caza de narcos; y la médium (Vanesa Weinberg) son locas lindas, junto a Damián Dreizik que se luce como el dueño de la granja orgánica, y Osqui Guzmán, el jujeño que llevará la música del altiplano al cosmos. Sea por la felicidad, la aventura, la revolución permanente o el ideario de Perón, todos buscan subirse a la nave por una vida mejor.