Pajaritos y pajarones
La imagen y la maravillosa voz de Victor Hugo Morales (como una suerte de presentador a la vieja usanza) abren y cierran esa delirante, irreverente, lúdica fábula que es Pájaros volando, la más reciente apuesta del director de Cómplices, Soy tu aventura y El regreso de Peter Cascada (en cine) y Todo por dos pesos (en TV), quien se reencuentra con Diego Capusotto y Luis Luque para filmar un guión original de Damián Dreizik.
El resultado de esta nueva incursión del equipo en el largometraje es desparejo, pero al mismo tiempo tiene tantos aciertos parciales, regala tantos pequeños buenos momentos, que el balance termina siendo positivo. La irregularidad del film es inevitable. Me explico: resulta casi imposible sostener durante 110 minutos una trama construida a fuerza de gags (físicos, verbales o visuales), de cameos (los hay muchos y divertidos) y de raptos de inspiración de los protagonistas.
Estoy convencido de que el humor de Capusotto funciona mejor en pequeños sketches y con distintos personajes (el esquema de Todo por dos pesos) que cuando tiene que sostener, como aquí, una historia, por más absurda y zarpada que esta sea: aquí, DC interpreta a José, un músico bastante petético (vive con su padre y mantiene una banda que tuvo un hit ocasional hace ya demasiado tiempo) que deja su trabajo en una agencia de remises para trasladarse a la casa de su desquiciado primo Miguel (un desatado y querible Luis Luque) en un pueblito serrano, donde vive una comunidad de hippies / cultores de la new-age / viejos rockeros / artesanos / ecologistas, varios de los cuales creen haber sido abducidos por extraterrestes y se preparan para un inminente viaje en plato volador.
El "sentido", la solidez de la trama, de todas formas, es lo de menos: todo está servido para un festival del deborde, del ridículo, de la incorrección política, del guiño cómplice para la generación de treinta y cuarentaypico.
Además de Victor Hugo, por la pantalla desfilan desde Juan Carlos Mesa hasta Norberto “Ruso” Verea, pasando por Miguel Cantilo, Claudio Puyó y Miguel Zavaleta. A nivel de nostalgia rockera, es un placer escuchar a una superbanda de veteranos (Rodolfo García, Willie Quiroga, Ciro Fogliatta y Héctor Starc. o algo así como la mixtura entre Vox Dei, Los Gatos, Almendra y Aquelarre) acompañando en vivo al dúo Capusotto-Luque en el tema homónimo y leit-motiv del film compuesto por DC y David Lebón.
Además de ese y otros placeres, cabe destacar el ambicioso despliegue visual (con mucha posproducción y creativas CGI) para esta sátira sobre antihéroes, adultos que parecen eternos adolescentes, que no hace otra cosa que amplificar el desparpajo de una propuesta que, por momentos, hasta coquetea con el cómic y el cine de animación. Estamos, por lo tanto, frente a una de esas comedias fumonas que tan bien funcionan en la taquilla de los Estados Unidos o en España, un film con inevitable destino de culto. Habrá quienes logren sumergirse en este universo lunático y quienes, en cambio, se queden afuera. Más allá de la mayor o menos adhesión, lo cierto es que Pájaros volando es un largometraje con no pocos méritos, que no se burla del espectador sino que, por el contrario, lo invita a ser parte de una fiesta llena de humor negro y desprejuicio.