Cosechando éxito con obras ajenas
Palabras robadas es un drama donde la culpa aparece como factor predominante de la historia. Dennis Quaid, aquí en el papel de un reconocido escritor, nos relata, presentando su novela, la vida de un potencial literato (Bradley Cooper), un joven encerrado en la obsesión de llegar a ser un gran narrador. Para ello, necesita lanzar una atrayente obra que lo catapulte a la fama.
La suerte de nuestro protagonista parece no coordinar con la calidad de sus escrituras, y su sueño cada vez se halla más lejano. Hasta que un día, encuentra una antiquísima maleta con una hipnótica novela apuntada por un anciano que supo redactarla en París tras la Segunda Guerra Mundial. Dejándose llevar por lo que leía en tal manuscrito, Cooper lo publica como suyo, obteniendo un éxito que lo convierte en uno de los mejores escritores. Afortunado y dichoso de su nueva vida, la culpa regresa fuertemente a su estado de ánimo cuando se topa con el verdadero creador de la novela.
Con una dinámica ni muy lenta ni tampoco con tanto ritmo, el pasaje de la cinta es mayoritariamente ameno, a pesar de que la banda sonora elegida no ayuda a enlazar al espectador con lo que se va contando durante cada escena. Quizás el guión no sea de lo mejor ni tampoco original, pero el modo en que se trama, a través de una suerte de historias dentro de historias, puede resultar ocurrente y válido como recurso distinto dentro del film.
Como propuesta de los debutantes directores Klugman y Sternthal, Palabras robadas puede mostrarse interesante, con algunos aceptables pero para nada brillantes giros. Se puede destacar que la película sabe cosechar una pequeña dosis de intriga, pero sin embargo como drama falla en la parte en que debe conectar desde la emotividad al público con los sucesos que se acontecen.
LO MEJOR: el modo adoptado para introducirnos en la historia. Las actuaciones están bien.
LO PEOR: no conmueve, la musicalización.
PUNTAJE: 6