Verdad y mentira, ficción y realidad
Interesante punto de partida: un escritor novato, que no puede publicar su primera novela, anda de luna de miel en París. Su esposa le compra en una casa de antigüedades un viejo portafolio. Y allí, en un doble bolsillo, encontrará el original de un relato escrito hace mucho tiempo. Son hojas amarillentas. Lo lee en una noche y queda deslumbrado. Decide (como el Pierre Menard de Borges) copiarlo palabra por palabra, quiere sentir lo que el remoto autor sintió mientras escribía este texto desgarrador. Lo publica y es un éxito. Pero un día aparecerá el verdadero autor. Y allí surge el dilema de fondo: decir la verdad o seguir así, porque la que pide explicaciones es su conciencia no el viejo autor.
El filme explora superficialmente los senderos de la culpa, de la ficción y de la verdad. La historia nos dice que el éxito azaroso, que perder y encontrar son parte de la vida. Juega con los alcances de la mentira y lo hace a través de un espejo: porque lo que vemos no es otra cosa que el argumento de un libro que está presentando un autor de éxito. Es decir, ficción dentro de la ficción. Lástima que de a poco ese planteo inicial va perdiendo vuelo hasta terminar en un final tan abrupto como confuso que deja todo en el aire.