Palabras que no se lleva el viento
El relato, construído a manera de caja china en donde cada narración aparece dentro de otra y a la vez relacionadas con la historia principal, juega con las verdades y mentiras de un escritor exitoso.
Palabras robadas (The words) marca el auspicioso debut en la dirección de los guionistas Brian Klugman y Lee Sternthal (Tron: El Legado) luego de su presentación en el Festival de Sundance donde tuvo su premiere mundial.
Rory Jansen (Bradley Cooper) es un autor que no termina de sentar cabeza (le pide dinero prestado a su padre) y su obra es rechazada por las editoriales. Pero todo se da vuelta cuando se convierte en un escritor respetado tanto por el público como por la crítica especializada mientras afianza la relación con su esposa (Zoe Saldana, la actriz de Avatar lo mejor de la película). Sin embargo, las cosas cambian una vez más cuando un anciano (Jeremy Irons) comienza a seguirlo y se presenta como el verdadero autor del libro.
La película aprovecha sus diferentes capas narrativas -tres en total- para sumergir al espectador en las páginas de libros cuyas palabras no se lleva el viento. El anciano plasmó sus recuerdos de juventud cuando estuvo destinado en París luego de la Segunda Guerra Mundial. Esa historia vertida en un manuscrito que Rory encuentra en un maletín hacen que lo instale en un lugar de prestigio. Pero el trabajo no es suyo.
Todo este marco combina historias dramáticas, romances contrariados y desencuentros amorosos de personajes que buscan sobrevivir, viven también de los recuerdos del pasado y juegan con el tema de la propiedad intelectual. Todo queda dentro de un hilo conductor principal impulsado por otro escritor (Dennis Quaid) que cuenta la historia de un fracasado, el mismo Rory.
Palabras robadas tiene varias líneas de interpretación y moviliza al espectador a completar las páginas de su propio libro, a través de personajes que enfrentan el alto precio de la fama.