Vivir en el anonimato.
Es difícil calificar películas que en realidad son para considerar ‘del montón’. Sin embargo, Palabras Robadas (The Words, 2012) me gustó por su combinación de historias en un paralelismo actoral muy bien logrado. Ladrón que le roba a otro ladrón tiene cien años de perdón dice un dicho… Lástima que el protagonista no se aseguró la parte de que a quien robara también fuera un ladrón.
Rory Jansen (Bradley Cooper) es un joven y entusiasta escritor que no está pudiendo vivir de lo que le gusta. Accidentalmente encuentra un día toda una historia de época escrita por un don nadie, dentro de un viejo maletín. Rory ve en esas hojas la solución a todos sus problemas, una vez que lee la historia y asume lo espectacularmente bien escrita que está y lo atemporal que es. Rápidamente, el joven transforma esos viejos papeles en un libro; su libro, que enseguida explota y se vuelve toda una sensación al igual que Rory, quien ahora carga con ese horrible peso en la conciencia. Pero para su tranquilidad (o no), el verdadero autor de tal romance escrito a máquina aparecerá en su vida y le cambiará la cabeza a más de uno.
Pese a que no soy fan del estilo de actuación de Dennis Quaid ni de Zoe Saldana, creo que completan bien el casting de la película. Por otro lado, está la intimidante Olivia Wilde, quien aparece poco tiempo para complicar aún más las cosas.
Creo que fue bien enlazado el momento de la vida de cada uno de los protagonistas; Bradley Cooper en su juventud con una identidad y más tarde bajo otro nombre y en otra circunstancia, pero siempre ligado a un destino sellado por esas palabras que se suceden en los libros.
Luego tenemos también a Ben Barnes que interpreta al verdadero autor de la novela robada durante sus años más felices, y a Jeremy Irons en el mismo personaje devenido en anciano triste y solitario cuando su vida ya es todo un fracaso. Y para embarrar aún más la vida de cada uno, el destino los unirá en una montaña rusa que, como corresponde, siempre terminará en la zona más baja.
El modo en que cada uno de estos personajes se va haciendo carne y vinculando su historia mutuamente y casi sin intención, viaja hacia atrás en el tiempo, lo cual hace aún más interesante el devenir de los hechos. Hay que prestar atención a los detalles, ya que ahí está la clave de la historia. Aunque debo admitir que cada elemento de la trama ha sido colocado allí para que podamos localizarlo fácilmente. Ese es quizás el punto débil de la película, lo que no quiere decir que no siga siendo interesante.
El film nos hace atravesar a todos el momento de incomodidad que se vive cuando uno aloja en su interior una vida que no le pertenece. Nos hace hacer fuerza para que todo pronto se solucione y así no tener que luchar más contra nuestro yo interno que sabe qué está bien y qué está mal. Es imposible para cualquier ser racional ‘vivir la vida de otro’ sin tarde o temprano sentir necesidad de dejar todo atrás y poder olvidar como si nada hubiese sucedido; el pasado siempre nos persigue, al igual que la mentira y los errores. Algo muy similar podemos ver en el film Gattaca, de 1997.
Disfruté del desenlace de la historia y eso fue lo que causó en mí la diferencia que me hace colocar al film un poquito alejado de las películas del montón, como dije al principio. La recomiendo para distender la mente un buen rato. No, esperen, sería todo lo contrario.