El padre de la criatura
Hay un dicho que afirma que “el que lo encuentra, se lo queda”. Eso puede llegar a ser válido para los objetos, pero ¿qué sucede cuando lo que se encuentran son palabras, una historia escrita? ¿Es posible apropiarse de ellas, o serán por siempre ajenas?
El aspecto más interesante de esta película es su estructura narrativa estilo mamushka: una historia, dentro de otra historia, que a su vez está dentro de otra historia. Dennis Quaid es Clayton Hammond, un exitoso escritor maduro, que presenta su última novela. En ella un joven escritor, Rory Jansen (Bradley Cooper) logra saltar a la fama gracias a un manuscrito que encontró por accidente, y cuya autoría se atribuye.
La película comienza con Quaid leyendo su novela a una audiencia, y así como en la vieja tradición de la narración oral, el espectador logra sumergirse en la historia como el niño que escucha un relato. Acompaña la escena una banda de sonido fuerte, muy presente, que completa el entorno ideal para adentrarse en lo que se cuenta.
En un filme con un clima muy bien logrado, que logra mantener la atención hasta el final, los directores y autores Brian Klugman y Lee Sternthal abordan el viejo tema de la relación entre un autor y su obra, los cuestionamientos sobre la identidad del escritor como tal, y hasta en un nivel algo más superficial, los entretelones de la industria editorial.
En cuanto a las actuaciones, Bradley Cooper logra salir airoso, mientras que el pilar fundamental es Jeremy Irons, un actor que no nunca falla.
Un defecto del filme es que el mensaje final cae en cierto modo en la moraleja, pero no por ello la película deja de ser interesante, con tres historias entrelazadas y bien contadas.