Perdido en el paisaje
Había en Pantanal, primer film en solitario de Andrew Sala (quien previamente había codirigido en 2010 Cinco) una premisa en principio atractiva: un hombre con un pasado y presente en la nebulosa huyendo hacia la llanura aluvial en el Mato Grosso, portando nada más y nada menos que una valija llena de dinero, mientras intenta buscar a su hermano.
Pero el relato, a pesar de tener sólo 70 minutos de duración, abusa de los tiempos muertos, confiando demasiado en el poder hipnótico de los paisajes que atraviesa un protagonista que de tan hermético termina siendo superficial y que nunca genera empatía en el espectador. Es como si Pantanal sólo tuviera para ofrecer ese punto de partida del comienzo y un innegable preciosismo visual, cimentado en la capacidad para encuadrar con precisión por parte del realizador, pero no mucho más que eso, con lo que la narración nunca atrapa, nunca causa tensión o siquiera curiosidad.
En el medio, hay una idea ingeniosa, que es la de convertir a los testigos del viaje del personaje principal en portadores de testimonios que vinculan a la narración con el género documental. Allí parece nacer otra vertiente narrativa, nuevos personajes -aunque sean circunstanciales- y quizás una nueva película, pero finalmente todo se queda en insinuaciones, en una mera demostración de astucia. ¿Qué es lo que quiere contar realmente Pantanal? ¿Qué tiene para decir sobre su protagonista o las circunstancias que atraviesa? Difícil saberlo, y lo cierto es que esa ambigüedad tampoco termina por ser productiva.
Porque lo que se termina imponiendo es un distanciamiento deliberado, que conspira contra las posibilidades de la historia y condena a la película a la medianía absoluta. Lo que queda son apenas alusiones a algo que pudo ser pero nunca fue, en un film que no ofende pero que sí aburre y hasta desilusiona. Había algo para contar, un personaje central con un pasado al que explorar -aún desde puntuales referencias-, una fuerza antagonista con potencialidad desde el fuera de campo y un espacio tan imponente como asfixiante donde desarrollar la historia. Pero todo eso jamás termina por aparecer.