Hay un sector de quienes critican películas que considera que la seriedad en un film basado en cómics se logra no contando chistes y mostrando violencia explícita hermosamente coreografiada y filmada en cámara lenta, también hay quienes creen que con una fotografía oscura y un tono lúgubre se logra cierta profundidad más allá de lo banal y aburrido que puede ser lo que se cuenta en el relato en sí.
En mi opinión la madurez a una película se la da el tema que no están mostrando. Es por eso que Thor: Love and Thunder (T. Waititi, 2022) puede parecerme más profunda y oscura que The Batman (M. Reeves, 2022) o la razón por la que el Captain América: The Winter Soldier (Anthony y Joe Russo, 2014) me parece más crítica de la realidad, inteligente, original y refrescante que la objetivista y ominosa The Dark Knight (Chistopher Nolan, 2008) todo está en el tema. Esta vez Marvel decidió meterse con la perdida, el duelo, el perdón y con la carga del poder, sin perder la elegancia, el ritmo ni el sentido del humor. En Black Panther: Wakanda Forever, Ryan Coogler juega con estos temas además de con el peso de gobernar a pesar de las ansias de venganza.
Lejos de parecerse a las producciones que toman cosas de The Fast and the Furious, (Rob Cohen, 2001) y el estilo de Zack Snyder. En esta película se toman elementos de la primera parte y se los amplifica, dándole más puntos en común, desde lo estético con Dune (D. Villeneuve, 2021) de Villeneuve, a pesar de estar localizada en nuestro planeta parece que nos están presentando otro mundo. En algún aspecto la película lleva a un choque visual entre lo que podríamos considerar el mundo real y el mundo construido para Wakanda y Talokan, está diferencia estética nos permite abstraernos de los dramas políticos planteados para personajes humanos como Everett Ross y Valentina La Fountaine y el drama que ocurre en estos mundos imaginarios. En definitiva Coogler nos presenta dos mundos tan irreales cómo verosímiles que nos permite entender el drama que nos presenta.
Hace poco pudimos ver en Black Adam (Jaume Collet- Serra, 2022) como para ilustrar los poderes de Dr. Fate el director simplemente optó por hacer un copy paste de las habilidades y movimientos del Dr. Strange simplemente cambiándole la vestimenta al personaje; en Wakanda Forever podrían haber hecho lo mismo con el mundo submarino de Namor y copiarlo directamente de la Atlántida presentada en Aquaman (Aquaman, James Wan, 2018) pero no, eligieron crear un mundo nuevo, un tanto más realista pero bello a la vez. Wakanda por su lado se ve más amplificada, con más detalles y cierta utilización mas práctica de la tecnología y del arte callejero. Entonces debemos entender que la intención del director y su equipo fue presentarnos un mundo futurista pero posible.
La historia que nos presentan nos ubica en el momento exacto de la muerte de T’challa y nos enfoca en el dolor de su perdida y en el trabajo que deben hacer sus seres queridos para afrontar su perdida. La reina Ramonda, un año después, debe restablecer el status de su país frente a la comunidad internacional al mismo tiempo que investigaciones de EE.UU. encuentran Vibranium, el metal extraterrestre que hace posible todo en Wakanda, en el fondo del océano afectando los intereses del reino de Talokan, por lo cual el Rey Namor pide ayuda a Wakanda y ante la negativa de la reina comienza el conflicto entre ambas potencias. Es a partir de estos dramas palaciegos que el guion de Coogler y Cole decide mostrarnos el camino del héroe que debe realizar Shuri.
El antagonista en esta película es el suBmariner Namor, quien podría ser considerado el primer superhéroe ya que su lanzamiento fue en 1931, esta creación de Bill Everett llega a la pantalla grande con ciertos cambios en su origen que respeta su ascendencia de mutante pero lejos de ser el rey del mitico reino de Atlantida es el rey del reino sumergido de Toklan que se asienta en las raíces y mitos mesoamericanos. Tal vez este cambio sea polémico pero no desentona para nada en la historia de violencia y opresión sobre las minorías que es la base de la historia creada en la primera parte.
Wakanda Forever no es una película perfecta, pero tiene muchas intenciones de contar bien una historia, de desarrollar a sus personajes, relaciones y dilemas, que construye desde la imagen y el sonido sin molestar ni convertir al estilo en lo único que importa, en esta película se le han prestado atención a los detalles y al peso de lo estético. Su música de alguna manera no solo está ahí para acompañar o generar estridencia, sino que forma parte del relato enriqueciendo la experiencia visual. Ryan Coogler ha logrado crear algo a pesar de la pérdida del protagonista de la primera parte sin convertirla en un homenaje burdo pero sin eludirlo, sentando las bases para el personaje en el futuro.