Pantera Negra 2: Wakanda por siempre (Black Panther: Wakanda Forever, 2022) le dedica los primeros minutos -de los ciento sesenta y uno que dura- a mostrar comoShuri (Letitia Wright) no puede salvar a su hermano T’Challa (el papel que tenía de Chadwick Boseman) de una enfermedad terminal. Es un comienzo raro al que le sigue su funeral. Toda una parte de la película está vinculada con el homenaje y el respeto al actor fallecido recientemente de cáncer. Sin el protagonista había que tomar una decisión acerca de la dirección que tomaría la historia. Prefirieron no reemplazarlo por otro actor y no realizar reconstrucciones digitales. Así que muere al inicio y el duelo es parte central de la trama. Toda película anuncia su plan en los primeros minutos y acá queda claro que el plan es hacer un drama hablado más que una película de acción. Es un largo duelo, algo que parece muy sentido, pero no logra transformarse en una película aceptable.
Todo lo que tenía el film anterior se mantiene en algún aspecto. Reivindicación de la cultura africana, valoración de la mujer, reflexiones políticas infantiles y contradictorias, vestuario espectacular, efectos especiales nivel Marvel. Pero con dos problemas, uno es que no tiene protagonista y eso hace que los buenos momentos sean para algunos personajes secundarios y el otro es que no quiere poner villanos por lo que nos sumerge en el más aburrido y soporífero mundo, el de otra civilización desconocida llamada Talokan.
Ese es el gran objetivo de la película, reivindicar la cultural de los pueblos originarios latinoamericanos a partir de este pueblo y su líder, Namor (Tenoch Huerta). Es un personaje que ya existía en los comics de Marvel, pero al que le han hecho unos cambios que no nos importan, pero que delatan que cuando quieren, las películas del MCU quieren, pueden alterar las cosas para su agenda de demagogia ideológica ultra woke. Una pena que no hayan elegido un actor anglosajón para interpretarlo, ahora que el casting daltónico está de moda. Mezcla de azteca, maya y habitante de la Atlántida, Namor tiene un pasado donde el malvado hombre blanco sojuzgó a su pueblo. Interesante historia para alguien, no para quien deba soportar una desviación de media hora para seguir los pasos de esta población irrelevante. Negros y latinos, buenos. Blancos malos, siempre malos, excepto por Everett Ross (Martin Freeman) al que podríamos llamar “Yo tengo un amigo blanco”. No es una película, es la suma de películas lo que ya aburre con este discurso. Y sí, también hay un discurso antinorteamericano y antifrancés. No juzgamos las reflexiones políticas del film, aunque tampoco tienen solidez alguna.
Shuri era el peor personaje de Pantera negra y ahora es la heroína principal. El gran personaje, al que intentan arruinar, es Okoye (Danai Gurira, espectacular), quien debería haber sido la protagonista. También sus guardias. Aneka (Michaela Coel) y, aunque corrida del centro, Nakia (Lupita Nyong’o). Esas son las heroínas del primer film y tiene mucho para dar, aunque la idea fue apostar a dos adolescentes sin interés ni carisma. El focus group les dio así, por eso los guiones son lo que son. Ah, no nos olvidemos, también una mujer le dice a otra mi amor, en esos flashes patéticos en los cuales nos dicen que todos son bien recibidos en el mundo Marvel. Los felicito, en serio, pero se les va la energía en estas cosas. Las canciones son otro bochorno absoluto y el vestuario, que ya se pasa, incluye telas apropiadas para cada cultura, aunque estén bajo el agua. Menuda gracia le debe causar a James Cameron ver personajes azules mal animados justo un mes antes del estreno de su secuela de Avatar.
Pantera Negra 2: Wakanda por siempre profundiza defectos, carece de virtudes y no es capaz de narrar todo esto en simples dos horas. La escena post créditos -solo hay una- es más un momento de terapia familiar que una película de aventuras, acción, ciencia ficción o superhéroes. Uno de los peores films de Marvel de todos los tiempos, lo que es bastante decir, a esta altura.