El manifiesto más político de Marvel
Una más, otra más. Es lo que pensaríamos de cualquier película de una saga que se extendiera durante todos los años en nuestros cines a lo largo de una (recién cumplida) década. Pero el Universo Cinematográfico de Marvel, bajo la tutela de Disney, está sabiendo mantener y seguir explotando la gallina de los huevos de oro con gran capacidad y sin causar sensación de hastío en su público.
Reinventarse o morir.
Marvel camina sobre una línea muy delgada, repitiendo el patrón de películas de origen de superhéroes cada poco tiempo para introducir nuevos personajes, y combinando a su vez a éstos para crear monumentales crossovers bajo la bandera de Los Vengadores. Aquel modelo que estableciera una más que acertada Iron Man ha sido el canon para todo lo que vino después, y, sin embargo, en cada una de estas películas han sabido aportar el grado justo de novedad sin olvidar el factor de entretenimiento que los define. Así, tras los Capitán América, Thor, Doctor Extraño y otros llega Pantera Negra, el primer superhéroe negro de la Casa de Ideas.
Una película para nuestra época.
La cuestión racial podría haber sido un tema por el que Marvel pasara de lado de forma discreta, siguiendo una línea continuista con su cine de entretenimiento sin implicaciones políticas. Sin embargo, el equipo de Pantera Negra ha sabido entender muy bien la oportunidad que manejaban, y en plena era Trump erigen un largometraje que gira en torno a un mensaje muy claro: tender puentes y no crear muros.
De la forma más inteligente, la trama de cuestiones políticas y enredos en la corte acaba convirtiendo el proteccionismo y el cierre de fronteras en el enemigo más claro. Lejos de presentar un antagonista canónico, un malo con ganas de destruir el mundo por que sí, es esta idea de defensa patriótica la que se contrapone a nuestro protagonista en última instancia.
De esta forma juega con uno de los villanos mejor construidos de toda la saga, pues Killmonger no se configura como un ser unidimensional (como temo que será Thanos, e igual que fueron Ronan, Cráneo Rojo o Hela). La clave, además, está en una motivación comprensible por parte del espectador, que facilita una identificación con el mismo, aunque no se compartan sus ideas o métodos. Aquí se encuentra su principal diferencia con el anterior antagonista que se salía de los patrones del villano unidimensional: aún no entendemos (ni siquiera sabemos si él puede) la motivación de Loki que guía el arco del personaje a lo largo de la importante cantidad de películas en las que aparece.
Además del aspecto político, la película aprovecha sus personajes para lanzar otro mensaje: unión ante la opresión, lucha contra las injusticias hacia las personas menos favorecidas únicamente por el lugar donde nacieron y/o el color de su piel. Es uno de los aspectos más agradecidos cuando termina, pues se hace patente que la oportunidad que se les presentaba con el personaje no ha sido desaprovechada, y da pie a una mayor profundidad en temáticas más serias que puedan ir de la mano del entretenimiento al que nos tiene acostumbrados.
Enmarcada dentro de una mayor atención a la diversidad que ha entrado con dificultad en la agenda de Disney sobre el universo superheroico (la primera mujer protagonista llegará en dos años con la Capitana Marvel, a pesar de tener un personaje como Viuda Negra en espera desde hace mucho más tiempo) Pantera Negra toma iniciativa propia para elevarse como uno de los héroes con más posibilidades en el futuro de dicho universo.