El Rey (no) León.
Pantera negra, film dirigido por Ryan Coogler y el número 18 perteneciente al MCU (universo cinemtográfico de Marvel), sobresale debido a que funciona de manera independiente en relación a otros films de la saga Marvel. Gracias a su elección de contar una historia respetuosa con la cultura africana y construyendo el camino del héroe y sus problemáticas de un modo diferente al ya hartamente acostumbrado, la película brinda un mundo nuevo a descubrir. Sin embargo, no todos son aciertos en la nación imaginaria de Wakanda y a medida que la trama se desarrolla, ya no todo es novedoso y diferente.
La historia de T’Challa (Chadwick Boseman), el recientemente coronado rey de Wakanda, se centra en contar y transmitir la difícil tarea que su posición conlleva, no solo como monarca sino también como hombre, como hijo y como hermano. Todo ello es narrado con unos impresionantes escenarios, un diseño de vestuario impecable y una banda sonora que acompaña a la perfección todo lo visto para construir la idiosincrasia de la cultura de Wakanda, lo cual vuelve sumamente placentero el estar ante este mundo, siendo el espectador, con ojos de turista, el que descubre algo nuevo, lugar que dentro de la trama viene a ser ocupado en parte por el agente de la CIA Everett Ross (Martin Freeman).
Pero si la historia se observa más de cerca, eliminando toda bella distracción como lo son los aspectos mencionados o las más que impresionantes secuencias de acción (más que nada en su primera mitad), detrás de todo su artilugio audiovisual se revela una suerte de re-adaptación de la fábula El rey león, que a la vez le debe todo a Hamlet de Shakespeare. Y no es que reescribir una historia con otros medios resulte algo negativo, pero en cierta forma termina por quitarle la notoriedad y el aroma novedoso que desprendía en un principio. Una vez entendido, o descubierto, el origen de la historia, lo más interesante es la presencia e intenciones del villano, en esta ocasión no a cargo de un tío malvado, sino del primo, el hijo del tío que fue desterrado y asesinado. Killmonger (Michael B. Jordan) es el típico villano que reclama su posición en el trono, pero al mismo tiempo su búsqueda de reconocimiento se logra entender gracias a su posición perteneciente a las minorías que por tanto tiempo han sufrido la falta de derechos.
Killmonger es tanto africano como estadounidense, nativo y extranjero a la vez. Su reclamo de compartir las riquezas tecnológicas de esa nación africana oculta con los más desfavorecidos es un tanto extremo por el peligro que representa armamentísticamente, pero también es entendible desde la búsqueda y el trasfondo del personaje. Es así que, lejos de la amenaza de seres de otros universos o de villanos que buscan sin mucha razón la aniquilación del mundo, Pantera negra cuenta con quien tal vez sea el villano más racional en lo que va de diez años de historia cinematográfica. Es por ello que, si bien en su fórmula de guion y en la totalidad de su ejecución el film pierde fuerzas, cuanto más nos adentramos en la historia y en la exótica región africana, el mismo logra mantenerse un poco a flote gracias a esos aciertos estéticos y argumentales que resplandecen cada tanto —no siempre— al igual que los maravillosos y coloridos atardeceres que se disfrutan en el reino de Simba… perdón, digo de T’Challa. Hasta a Disney le puede pasar.