Cruzando las fronteras del olvido.
Un pañuelo blanco como símbolo de la lucha, la perseverancia, la memoria y la denodada búsqueda de justicia. El viaje de Nora Cortiñas tiene como propósito conocer a quienes lloran a sus hijos desaparecidos, de la misma manera que nuestras madres a lo largo de la última dictadura militar. Un hecho por el que fueron juzgados los genocidas aquí y aún hay todavía muchas madres y abuelas que continúan su admirable lucha, con la esperanza de poder reconocer y recuperar a sus hijos y nietos. Allí, en pleno Medio Oriente, aparece la figura de esta madre argentina, quien exige justicia y se compromete con la causa.
En Kurdistán se producirá el encuentro con las Madres por la Paz y Nora se adentra en pleno conflicto; allí donde reina la impunidad y la justicia brilla por su ausencia. Nuestra protagonista visita Turquía para insertarse, con valentía, en ese mundo de violencia y horror que genera enormes paralelismos con nuestra situación en los años de plomo, acortando las distancias socioculturales entre ambos países. La figura elegida para retratar este viaje aparece como una luz de esperanza dentro de una situación que continúa impune y es desconocida por muchos, mientras miles de desaparecidos aún no han sido reconocidos como tales. El documental hace hincapié en retratar a estos seres que buscan hacer valer la propia dignidad para no caer en el olvido.
Alejandro Haddad fue docente, periodista y realizador documental. En 2008 grabó el cortometraje La queja de los cadáveres, y en 2009 Av! Su! Mai!, de manera que Pañuelos para la historia representó su primer largometraje documental. Haddad, joven talento de nuestro medio, falleció en 2014 producto de una grave enfermedad durante la etapa de producción del film. Comprometido con la causa del pueblo kurdo, sintió que este proyecto era absolutamente necesario y aún más emocionante resulta que la película vea la luz hoy, como homenaje a su desaparecido realizador.
En dupla con Nicolás Valentini, ambos se propusieron contar esta historia, la cual se tornaba indispensable con motivo de trazar un lazo de afecto y comprensión entre sendos pueblos, sirviendo también como un llamado de conciencia. El documental alza su voz de compromiso acerca de dos historias unidas desde un vínculo doloroso pero portador de una voz igualadora: el sufrimiento de un pueblo se ve reflejado en el otro de forma evidente. Las mujeres de Medio Oriente, victimas del estado que las reprime, son un triste espejo de la lucha de nuestras madres -a veces desde la clandestinidad y en sufrimiento- señal de alerta acerca del peligro que representan los gobiernos totalitarios y un interrogante acerca del temor que despierta su existencia.
Con un gran acento en el registro documental periodístico, Pañuelos para la historia, posee un valor significativo y trascendental. La cámara captura ese encuentro y esa comunión en el dolor, que hermana a ambos grupos de madres en una lucha intrínseca que supera las barreras del lenguaje, la realidad política y las geografías. Justo reconocimiento para estas familias que perdieron a sus hijos por culpa del terrorismo de Estado turco, y que encuentra su eco en la lucha en las Madres de Plaza de Mayo.
Es emocionante la lucha de esta organización de Madres por la Paz de Kurdistán, una nación cuya identidad y libertad también fue ultrajada. Historias del presente que se remontan a nuestro oscuro pasado como nación, en una sentida e inevitable empatía. Duradera y silenciosa batalla que tiene que ver con nuestras heridas aún sin cicatrizar y que denuncia la falta de reconocimiento sobre aquellos que desaparecieron sin explicación. Una mirada sobre los sobrevivientes que todavía buscan encontrar su identidad perdida en honor al recuerdo de sus seres queridos.