Una dupla exitosa y muy poca gracia
Dan (Robin Williams) es un hombre divorciado y con mala suerte en el amor, y Charlie (John Travolta), es un soltero empedernido. Ambos son amigos y sus vidas se salen de los carriles habituales cuando sorpresivamente tienen que hacerse cargo de una revoltosa pareja de gemelos de siete años (la niña es Beau Travolta, hija del actor). Los nuevos húespedes llegan en el peor momento: ellos están por cerrar un interesante negocio con empresarios orientales.
Niños, perro, golpes, caídas, relaciones a distancia y un campamento de fin de semana, son algunas de las constantes que desfilan por la pantalla y dejan un final aleccionador destinado a la familia. Pocos elementos en juego y menos gracia para una receta explotada al máximo.
Robin Williams está más preparado para la comedia que Travolta. Y se nota. Su gracia pasa por los gags físicos y las morisquetas (como su bronceado exagerado de cama solar), mientras que Travolta lo acompaña con oficio y varios kilos de más.
El toque lacrimógerno viene del lado animal y, no es de extrañar viniendo de Disney, aunque la escena final en el zoológico (en la jaula del gorila), quizás sea lo más divertido de la película.
Los roles secundarios de Kelly Preston y Matt Dillon, como un boy scout, son poco felices, aunque se destaca Seth Green como el amigo de la pareja protagónica.
En síntesis, una más de padres a la fuerza, hombres comunes que hacen lo que pueden y que nunca serán superhéroes...
El director Walt Becker ya había trabajado con Travolta en Cerdos Salvajes...