Una película para menores
Hay films que son tan menores que el crítico casi se queda sin algo que decir. Papás a la fuerza es la historia de un señor (Robin Williams) que se tiene que hacer cargo de dos críos a los cincuenta años, con la ayuda de su amigo (Travolta).
El chiste es “somos viejos pero lo primero es la familia”. Y se repite hasta lo exasperante. Falso: hay otros chistes –o más bien astracanadas– que suenan tan viejos y remanidos como un hombre con disfraz de animal feroz y otro hombre asustándose risueñamente del asunto. Obviamente, gana la familia al final.
En cierto sentido, se trata de un film extraño. No se separa demasiado de las malas películas argentinas “de vacaciones”, hechas a las apuradas y sin respeto por los espectadores.
O mejor dicho: se diferencia justamente en respetar a sus espectadores al menos en la factura técnica y en el hecho de que los actores realmente tratan de hacer creíbles a sus personajes.
En ese sentido, el mayor enemigo del film es el siempre demasiado grande histrionismo de Williams y cierta sobreactuación cómica de Travolta, aunque ambos tratan, además, de reírse de sí mismos.
Quizás el asunto complicado sea que se considere éste como un film “infantil”, categoría inexistente que los cineastas confunden con “pueril”. De allí estas películas tan menores.